“En la cultura del olvido cada vez es más importante rescatar la memoria”, dice un Jair Krischke emocionado y feliz porque prosperó el proyecto de ley que presentó el Movimiento de Justicia y Derechos Humanos con el respaldo de la Rel-UITA, hace tres años, para que una plaza llevara el nombre del diplomático sueco que en el golpe de estado en Chile en 1973, poniendo en juego su vida, salvó la vida de tanta gente.