Una fue una famosa toxicóloga estadounidense, él un famoso biólogo argentino. Marion Copley y Andrés Carrasco murieron con diferencia de pocos meses, entre 2013 y 2014, y en los últimos años de su vida tuvieron dos grandes puntos en común: denunciaron los efectos del glifosato y por hacerlo sufrieron ataques y difamaciones de parte de empresas del agronegocio y de muchos de sus colegas. Ambos defendían también un “modelo de ciencia comprometido con la sociedad”.