28
Agosto
2017

“La situación es muy grave”

Hoy venden empresas, ¿y mañana qué venderán?

Amalia Antúnez
20170828 jairx960

Jair Krischke | Foto: Elisa Rabelo | Editorial J

El gobierno brasileño puso en venta al país. Para ello anunció un plan de privatizaciones, entregando a disposición del sector privado 57 activos púbicos, entre empresas, terminales aeroportuarias, líneas eléctricas y autopistas. El presidente del Movimiento de Justicia y derechos Humanos (MJDH) de Porto Alegre y asesor de la Rel-UITA Jair Krischke considera que el país está siendo literalmente liquidado.
El nuevo plan del Ejecutivo del presidente Michel Temer incluye la privatización y concesión de 14 aeropuertos, la mayoría de ellos en las zonas nordeste y centro-oeste del país, 15 terminales portuarias y 11 lotes de líneas de transmisión eléctrica, además de importantes y emblemáticas empresas estatales.

“Al contrario de lo que sucedió durante el período de la dictadura, donde los militares crearon varias empresas estatales, este gobierno está promoviendo un plan de privatizaciones que incluye –entre otras– a la empresa de suministro de energía eléctrica, propietaria de 37 usinas hidroeléctricas, entre ellas Itaipú (en sociedad con Paraguay)”, dijo Krischke a La Rel.

Eletrobras tiene deudas que ascienden a los 30 mil millones de reales (9.530 millones de dólares).

“Entre las nuevas propuestas para privatizar está el aeropuerto de Congonhas, en São Paulo, llamado ‘la joya de la corona’, porque es el segundo mayor del país en número de pasajeros y la Casa de la Moneda, entidad encargada de la impresión de los billetes de la moneda brasileña y los pasaportes, una empresa que tiene un enorme peso simbólico para Brasil”, apunta Krischke.

“Todo esto lo hacen para conseguir efectivo para tapar un déficit de casi 60.000 millones de reales (19.000 millones de dólares) de las arcas públicas”.

“¿Y luego qué? Si yo estuviera corto de dinero y empezara a vender cosas de mi casa, ¿qué hago después si no tengo una alternativa, si no tengo ingresos? Ahí reside la gravedad de estos planes, son pan para hoy y hambre para mañana”.

Jair recuerda que este plan de privatizaciones pasará por el Congreso Nacional, el mismo que ha aprobado una nefasta reforma laboral y que tiene a estudio una reforma de la seguridad social –que data del gobierno de DilmaRousseff – que promoverá que brasileños y brasileñas trabajen al menos hasta los 70 años antes de poder jubilarse.

El presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Porto Alegre considera esta última reforma más perversa aún que la laboral.

Un país en quiebra
Parlamentarios ricos
Además, este Congreso es el mismo que la semana pasada promovió –en el marco de la reforma electoral– la creación de un fondo para el financiamiento de las campañas electorales de 3.600 millones de reales (1.120 millones de dólares) y que el fuerte clamor popular hizo que dieran marcha atrás.

“Por un lado presentan un plan privatizador para recaudar fondos de forma desesperada y por otro quieren desangrar las arcas para sus campañas políticas. Un absurdo total. Un país que está en quiebra, que no tiene presupuesto para salud, para educación y donde sus representantes políticos votan este tipo de cosas…es insostenible”.

Para Krischke no hay una salida en el mediano plazo, ya que el presupuesto público brasileño está reducido a casi nada, hay más de 14 millones de desocupados y la actividad económica está estancada, por lo cual el Estado recauda cada vez menos.

“Hasta hace poco todavía el saldo de la balanza comercial era favorable y la inflación venía bajando, pero el pueblo está sin empleo, y sin empleo no se consume y quien tiene, como teme perder el trabajo, gasta menos y así se convierte en un círculo vicioso del cual no se saldrá fácilmente”.

Lo peor –concluye Jair– es que los brasileños y brasileñas no parecen estar preocupados.

“Se están realizando razonamientos simplistas, como que ‘la mayoría de los trabajadores no usan aeropuertos, entonces no nos afecta la privatización’.

Es una falta de politización tremenda y para colmo de males, el movimiento sindical ha perdido la capacidad de movilizar a los trabajadores y trabajadoras”, lamentó.