28
Marzo
2016

Un derecho humano

En Montevideo, Gerardo Iglesias
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Foto: Gerardo Iglesias

Las organizaciones sindicales del mundo entero reclaman el acceso universal al agua ya que, además de ser un recurso esencial para la vida y el desarrollo sostenible, es un importante factor de creación de empleo.
Según Naciones Unidas, hoy en día la mitad de los trabajadores del mundo -1.500 millones de personas- trabajan en sectores relacionados con el agua.

Por otra parte, casi todos los puestos de trabajo, con independencia del sector, dependen directamente de ésta.

Sin embargo, a pesar del vínculo indisoluble entre el trabajo y el agua, la ONU señala que millones de personas cuyas vidas dependen del líquido elemento a menudo no son reconocidas o protegidas por los derechos laborales básicos.

El movimiento obrero sensibiliza y lucha desde hace tiempo para lograr que el acceso al agua potable sea universal. También entiende la necesidad de promover un cambio drástico en los modelos de producción.

La agricultura intensiva, por ejemplo, y su arsenal químico explican el consumo elevado de agua.

Aproximadamente un 70 por ciento del agua dulce del mundo se utiliza en la agricultura. Además del descenso de los acuíferos, el uso indiscriminado de agrotóxicos está contaminando las reservas que el mundo dispone de agua dulce.

El frácking –o fractura hidráulica-, método de extracción de petróleo y gas acumulado en capas de rocas porosas y que nunca decantaron en grandes reservorios como los yacimientos tradicionales, utiliza enormes volúmenes de agua que permanecen en el subsuelo mezclados con los químicos que contaminan las napas subterráneas de agua dulce.

Según la Alianza Mexicana contra el Frácking, la fracturación de un solo pozo requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua.

El ritmo de explotación anual de 9.000 nuevos pozos en Estados Unidos que se pretende exportar a México supondría un volumen de agua equivalente al necesario para cubrir el consumo doméstico (100 litros por persona y por día) de entre 1,8 y 7,2 millones de personas en un año.

A su vez la deforestación y la minería están provocando gravísimos impactos ambientales y sociales. Ambas actividades se desarrollan en una matriz de corrupción y severas fallas de control estatal.

En Colombia, por ejemplo, los bosques son los ecosistemas que más agua producen y están siendo destruidos.

A ello hay que sumarle la explotación de megaminería de oro en alta montaña, que requiere mil litros de agua por segundo para la obtención de un gramo de oro.

Eso quiere decir que en un día de explotación se necesita la misma cantidad de agua que demanda por día una ciudad de 600 mil habitantes.

El agua es un recurso limitado. El agua es un derecho humano.