23
Febrero
2016
La venta de Syngenta
Los chinos ganan, Monsanto pierde
Carmelo Ruiz Marrero
Ilustración: Grupo ETC
El 4 de febrero la corporación de biotecnología y agronegocios europea Syngenta aceptó una oferta de compra de la china ChemChina. Con esta transacción los chinos se han apropiado de 20 por cienti del mercado mundial de agroquímicos. Mala noticia para la norteamericana Monsanto, que tenía cifradas sus esperanzas en comprar a Syngenta.
Monsanto, líder mundial de la biotecnología agrícola y mayor compañía semillera del mundo, está en apuros.
Su producto estrella, el herbicida Roundup, ahora le está causando más problemas que beneficios. Su uso masivo a nivel mundial ha provocado el surgimiento de malezas resistentes, y además crece la evidencia de su toxicidad.
La idea de desarrollar cultivos transgénicos resistentes al Roundup ha resultado ser un tiro por la culata. Si el herbicida no sirve, entonces tampoco sirve el transgénico.
El costo de desarrollar nuevos agroquímicos es astronómico, aún sin incluir el oneroso y complicado trámite de lograr que las agencias reguladoras los aprueben, proceso político-burocrático que toma años.
Al igual que Microsoft, Monsanto decidió hace ya varios años que innovar es demasiado costoso y riesgoso, y que es más barato y conveniente comprar a los competidores y sus líneas de productos.
Pero el panorama de hoy día no es el de antes. En 2015 Monsanto tenía sólo cinco competidores, dos en Estados Unidos y los demás en Europa.
Ninguno de sus dos competidores domésticos, Dow y Dupont, estaba interesado en acercarse a Monsanto, ya que ambos tenían otros planes. El pasado mes de noviembre ambas compañías se fusionaron- juntas tienen un valor de mercado de unos 120 mil millones de dólares.
Por lo tanto, Monsanto ha tenido que mirar hacia Europa para buscar posibilidades de expansión. Sus dos competidores alemanes, BASF y Bayer, tampoco han mostrado interés en contraer nupcias con Monsanto.
Entonces quedaba sólo una compañía que comprar, sólo una: Syngenta. Y bastante atractiva que era, siendo la mayor compañía de pesticidas del mundo, y además poseedora de numerosos activos del creciente y prometedor campo de la agricultura de precisión. Mejor aún, los accionistas y gerencia ya habían decidido ponerla en venta.
Pero para la desgracia del creador del Roundup había varios postores, entre ellos ChemChina. Aunque poco conocida, esta empresa estatal es un verdadero mastodonte, tiene 140 mil empleados y ocupa el lugar número 265 en el índice Fortune 500.
Su producto estrella, el herbicida Roundup, ahora le está causando más problemas que beneficios. Su uso masivo a nivel mundial ha provocado el surgimiento de malezas resistentes, y además crece la evidencia de su toxicidad.
La idea de desarrollar cultivos transgénicos resistentes al Roundup ha resultado ser un tiro por la culata. Si el herbicida no sirve, entonces tampoco sirve el transgénico.
El costo de desarrollar nuevos agroquímicos es astronómico, aún sin incluir el oneroso y complicado trámite de lograr que las agencias reguladoras los aprueben, proceso político-burocrático que toma años.
Al igual que Microsoft, Monsanto decidió hace ya varios años que innovar es demasiado costoso y riesgoso, y que es más barato y conveniente comprar a los competidores y sus líneas de productos.
Pero el panorama de hoy día no es el de antes. En 2015 Monsanto tenía sólo cinco competidores, dos en Estados Unidos y los demás en Europa.
Ninguno de sus dos competidores domésticos, Dow y Dupont, estaba interesado en acercarse a Monsanto, ya que ambos tenían otros planes. El pasado mes de noviembre ambas compañías se fusionaron- juntas tienen un valor de mercado de unos 120 mil millones de dólares.
Por lo tanto, Monsanto ha tenido que mirar hacia Europa para buscar posibilidades de expansión. Sus dos competidores alemanes, BASF y Bayer, tampoco han mostrado interés en contraer nupcias con Monsanto.
Entonces quedaba sólo una compañía que comprar, sólo una: Syngenta. Y bastante atractiva que era, siendo la mayor compañía de pesticidas del mundo, y además poseedora de numerosos activos del creciente y prometedor campo de la agricultura de precisión. Mejor aún, los accionistas y gerencia ya habían decidido ponerla en venta.
Pero para la desgracia del creador del Roundup había varios postores, entre ellos ChemChina. Aunque poco conocida, esta empresa estatal es un verdadero mastodonte, tiene 140 mil empleados y ocupa el lugar número 265 en el índice Fortune 500.
ChemChina, nuevo jugador global
El mastodonte chino
“ChemChina se convirtió en una potencia en pesticidas en 2011 cuando su subsidiaria China National Agrochemical Corporation adquirió a (la firma israelí) Makhteshim Agan Industries, el séptimo fabricante de pesticidas a nivel mundial, y se convirtió en ADAMA”, informa el Grupo ETC.
“Con ingresos superiores a los 3.000 millones de dólares en 2013, ADAMA vende productos pesticidas genéricos en más de 120 países”. El 62 por ciento ventas son en Europa y América Latina.
Los intereses de ChemChina no se limitan a los agroquímicos. El año pasado compró la empresa italiana Pirelli, una de las principales fabricantes de llantas del mundo, por 7.900 millones de dólares.
Sus mayores adquisiciones recientes incluyen las francesas Adisseo (nutrición animal) y Rhodia (fibras sintéticas y polímeros), la australiana Qenos (insumos químicos), el fabricante de silicón noruego Elkem, el fabricante de maquinaria alemán Krauss Maffee, y 12 por ciento del comerciante de energía suizo Mercuria.
El jefe de ChemChina es Ren Jianxin, una estrella de la Liga Juvenil Comunista china que tomó el paso inusual de hacer una carrera en los negocios y no en la política.
“Con ingresos superiores a los 3.000 millones de dólares en 2013, ADAMA vende productos pesticidas genéricos en más de 120 países”. El 62 por ciento ventas son en Europa y América Latina.
Los intereses de ChemChina no se limitan a los agroquímicos. El año pasado compró la empresa italiana Pirelli, una de las principales fabricantes de llantas del mundo, por 7.900 millones de dólares.
Sus mayores adquisiciones recientes incluyen las francesas Adisseo (nutrición animal) y Rhodia (fibras sintéticas y polímeros), la australiana Qenos (insumos químicos), el fabricante de silicón noruego Elkem, el fabricante de maquinaria alemán Krauss Maffee, y 12 por ciento del comerciante de energía suizo Mercuria.
El jefe de ChemChina es Ren Jianxin, una estrella de la Liga Juvenil Comunista china que tomó el paso inusual de hacer una carrera en los negocios y no en la política.
Ren Jianxin, figura ascendente
La nueva clase empresarial china
“En tres décadas, Ren ha dirigido la reestructuración de la industria química china, organizando sobre cien firmas bajo la bandera de ChemChina en seis divisiones operativas, produciendo de todo, desde sustancias químicas básicas hasta fertilizantes y silicón”, dice la agencia Reuters.
Recientemente Ren contrató al alemán Michael Koenig, ejecutivo de Bayer, una movida que llamó la atención ya que las compañías estatales no suelen contratar extranjeros para plazas ejecutivas.
Las ambiciones de ChemChina forman parte de un relato mayor. Las compañías chinas de alimentos y agricultura se están expandiendo al extranjero y ahora compiten de tú a tú con sus contrapartes occidentales y a veces hasta los devoran.
En 2013 la empresa Shuanghui compró a Smithfield, la mayor compañía de carne de cerdo de Estados Unidos, por 7.100 millones de dólares. Fue la compra más grande hecha por inversionistas chinos en ese país.
Pero la contienda entre Monsanto y los chinos no ha terminado. Todavía el matrimonio entre Syngenta y ChemChina necesita de la bendición del gobierno de Estados Unidos.
¿Acaso eso no sería una intromisión extraterritorial de Washington en un asunto que concierne estrictamente a Europa y China?
Es que para poder hacer negocios en Estados Unidos, esta nueva combinación corporativa necesita la aprobación de la división antimonopolista del Departamento de Justicia.
Recientemente Ren contrató al alemán Michael Koenig, ejecutivo de Bayer, una movida que llamó la atención ya que las compañías estatales no suelen contratar extranjeros para plazas ejecutivas.
Las ambiciones de ChemChina forman parte de un relato mayor. Las compañías chinas de alimentos y agricultura se están expandiendo al extranjero y ahora compiten de tú a tú con sus contrapartes occidentales y a veces hasta los devoran.
En 2013 la empresa Shuanghui compró a Smithfield, la mayor compañía de carne de cerdo de Estados Unidos, por 7.100 millones de dólares. Fue la compra más grande hecha por inversionistas chinos en ese país.
Pero la contienda entre Monsanto y los chinos no ha terminado. Todavía el matrimonio entre Syngenta y ChemChina necesita de la bendición del gobierno de Estados Unidos.
¿Acaso eso no sería una intromisión extraterritorial de Washington en un asunto que concierne estrictamente a Europa y China?
Es que para poder hacer negocios en Estados Unidos, esta nueva combinación corporativa necesita la aprobación de la división antimonopolista del Departamento de Justicia.
La última esperanza de Monsanto
“Un tema de seguridad nacional”
Si ésta determina que constituye un monopolio por representar demasiada concentración de mercado, entonces la unión de ambas corporaciones tendrá que ser anulada, porque Estados Unidos es el mercado número uno de pesticidas en el mundo y sin ese mercado una compañía transnacional de pesticidas no tiene razón de ser.
Además, la unión de ambas corporaciones va a ser investigada por un comité interagencial que incluye el Departamento de Defensa, Seguridad Interior y la CIA, utilizando criterios estrictamente de seguridad nacional.
No se sorprendan si Monsanto presenta un recurso legal impugnando la movida de Syngenta y ChemChina alegando que ésta es monopolista. Imagínense eso, ¡Monsanto quejándose de monopolios!
Además, la unión de ambas corporaciones va a ser investigada por un comité interagencial que incluye el Departamento de Defensa, Seguridad Interior y la CIA, utilizando criterios estrictamente de seguridad nacional.
No se sorprendan si Monsanto presenta un recurso legal impugnando la movida de Syngenta y ChemChina alegando que ésta es monopolista. Imagínense eso, ¡Monsanto quejándose de monopolios!
Ilustración: weeklyhotnews.website
Tomado de la Agencia Ecologista de Información – Ecuador