27
Junio
2016
Carta del senador Robledo a Santos
“La lucha armada hizo todo peor”
Jorge Enrique Robledo
Foto: Giorgio Trucchi
En una carta que envió al presidente Juan Manuel Santos, el senador por el Polo Democrático Alternativo Jorge Robledo rechaza la idea de las FARC de levantar un monumento con las armas que abandonarán al concluir las negociaciones de paz. La Rel reproduce lo esencial de ese mensaje.
Sería un error gravísimo incluir en los acuerdos de La Habana cualquier forma de visión positiva sobre medio siglo de lucha armada en Colombia, cuando se sabe que ésta, como lo señala el padre Francisco de Roux, “no cambió nada e hizo todo peor”.
Ello generaría una reacción de tal calibre que hasta amenazaría el triunfo del sí en el plebiscito que decidirá políticamente sobre los acuerdos.
Ese enorme rechazo obedecería a dos justas y poderosas razones. Primero: la casi totalidad de quienes respaldamos el proceso de paz no lo hacemos porque, ahora o antes, hayamos respaldado la lucha armada como manera de tramitar las contradicciones entre los colombianos.
Por el contrario. Lo hicimos por considerar que ese fue, desde siempre, un error histórico de la mayor proporción. Pugnamos por que las Farc renunciaran a su decisión política de alzarse en armas y reconocieran el monopolio de la fuerza por parte del Estado.
Y segundo, porque se polarizaría el debate en grado sumo y se trasladaría esa polarización a la etapa posterior al reintegro de los miembros de las Farc a la legalidad.
Ello le haría un gran daño al desarme de los espíritus que necesita el mejor futuro del país, desarme de los espíritus que no quiere decir que desaparecerán las controversias y las luchas políticas y sociales democráticas capaces de llevarnos a los cambios que necesita Colombia, pero sí que modificará la actitud y el lenguaje, de acuerdo con la nueva realidad.
Ello generaría una reacción de tal calibre que hasta amenazaría el triunfo del sí en el plebiscito que decidirá políticamente sobre los acuerdos.
Ese enorme rechazo obedecería a dos justas y poderosas razones. Primero: la casi totalidad de quienes respaldamos el proceso de paz no lo hacemos porque, ahora o antes, hayamos respaldado la lucha armada como manera de tramitar las contradicciones entre los colombianos.
Por el contrario. Lo hicimos por considerar que ese fue, desde siempre, un error histórico de la mayor proporción. Pugnamos por que las Farc renunciaran a su decisión política de alzarse en armas y reconocieran el monopolio de la fuerza por parte del Estado.
Y segundo, porque se polarizaría el debate en grado sumo y se trasladaría esa polarización a la etapa posterior al reintegro de los miembros de las Farc a la legalidad.
Ello le haría un gran daño al desarme de los espíritus que necesita el mejor futuro del país, desarme de los espíritus que no quiere decir que desaparecerán las controversias y las luchas políticas y sociales democráticas capaces de llevarnos a los cambios que necesita Colombia, pero sí que modificará la actitud y el lenguaje, de acuerdo con la nueva realidad.