15
Mayo
2017
Sexta Misión de la UITA en Honduras
Con Moisés Sánchez
Con Moisés Sánchez
Fyffes sembrando el terror
Melones a la colombiana
En Choluteca, Gerardo Iglesias
Moisés Sánchez
Hace poco menos de un mes, Moisés Sánchez, secretario general de la subseccional del Sindicato de Trabajadores de la Agroindustria y Similares (STAS) en Fyffes, fue atacado junto a su hermano Misael cuando regresaban a sus casas después de una reunión sindical, por el culebrero y polvoriento camino que lleva a La Permuta, en la profundidad rural no muy lejos de Choluteca. Desconocidos armados con pistolas y machetes los agredieron y dejaron un claro mensaje: dejen de meterse en “eso”…
El “eso” al que se referían los delincuentes trata de las actividades sindicales que llevan adelante este dirigente y su hermano para defender los derechos mínimos en una compañía que los explota al máximo.
Durante la Sexta Misión de la UITA a Honduras conversamos con Moisés Sánchez para saber cómo seguían después del atentado.
“Ahora estamos un poco más tranquilos, nos vamos recuperando de a poco porque ya realizamos todas las denuncias ante los organismos pertinentes, todo lo que nos correspondía a nosotros, fue hecho”, dijo el dirigente.
Según informó Sánchez, la denuncia fue presentada en la Dirección Policial de Investigación (DPI) en el Ministerio Público y ante el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
“El equipo de Derechos Humanos nos ha ofrecido protección y dio algunas recomendaciones para que cesen las amenazas”, señaló.
El dirigente cuenta que tuvieron que sortear una serie de obstáculos burocráticos y que de no ser por la actuación de los abogados David Cárcamo, Félix Daniel y Lady Padilla no hubiesen logrado esa protección “de forma tan expeditiva”.
“Después del atentado contra nosotros, hubo otro episodio de persecución. Un compañero me avisó que cuatro hombres estaban en el mismo lugar donde nos emboscaron, esperándome. Afortunadamente yo estaba en Tegucigalpa en ese momento. Dos días después, dos desconocidos se subieron al bus en que yo acostumbro viajar, miraron uno por uno a los varones y luego se bajaron”, relata Sánchez.
Después que comenzaron a tomar las recomendaciones que le indicaran los funcionarios de derechos humanos de la ONU, los episodios de persecución cedieron, pero también cedió la actividad sindical.
“Antes del 29 de abril de 2016, que es la fecha en que organizamos la subseccional del STAS, nunca nos había pasado nada de esto.
Durante la Sexta Misión de la UITA a Honduras conversamos con Moisés Sánchez para saber cómo seguían después del atentado.
“Ahora estamos un poco más tranquilos, nos vamos recuperando de a poco porque ya realizamos todas las denuncias ante los organismos pertinentes, todo lo que nos correspondía a nosotros, fue hecho”, dijo el dirigente.
Según informó Sánchez, la denuncia fue presentada en la Dirección Policial de Investigación (DPI) en el Ministerio Público y ante el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
“El equipo de Derechos Humanos nos ha ofrecido protección y dio algunas recomendaciones para que cesen las amenazas”, señaló.
El dirigente cuenta que tuvieron que sortear una serie de obstáculos burocráticos y que de no ser por la actuación de los abogados David Cárcamo, Félix Daniel y Lady Padilla no hubiesen logrado esa protección “de forma tan expeditiva”.
“Después del atentado contra nosotros, hubo otro episodio de persecución. Un compañero me avisó que cuatro hombres estaban en el mismo lugar donde nos emboscaron, esperándome. Afortunadamente yo estaba en Tegucigalpa en ese momento. Dos días después, dos desconocidos se subieron al bus en que yo acostumbro viajar, miraron uno por uno a los varones y luego se bajaron”, relata Sánchez.
Después que comenzaron a tomar las recomendaciones que le indicaran los funcionarios de derechos humanos de la ONU, los episodios de persecución cedieron, pero también cedió la actividad sindical.
“Antes del 29 de abril de 2016, que es la fecha en que organizamos la subseccional del STAS, nunca nos había pasado nada de esto.
La obscuridad y sus matones
La prieta impunidad
Sánchez relató que el ataque se produjo a eso de las 18.30, cuando ya estaba oscureciendo. Ambos hermanos iban en bicicleta, y al llegar a un cruce de cuatro calles, de la nada salieron dos individuos, uno con arma de fuego y otro con un machete.
“A mí me pusieron el arma en la nuca. Mi hermano redujo la marcha al ver el alboroto y se detuvo. Entonces el hombre del machete corre hacia él y lo golpea en la cabeza. Cuando yo siento que le pega, le grito ‘cálmate’, y el atacante se vuelve hacia mí un segundo. Misael logra escapar, el hombre lo persigue pero como estaba oscuro no logra atraparlo”, recuerda Moisés.
Luego aparecieron más tipos, unos seis, cuatro de ellos encapuchados, y lo rodearon, al tiempo que le decían que había dejado a muchos sin trabajo y que si no abandonaba esto del sindicato, “la iba a pasar muy mal”.
A Moisés lo dejaron ir porque ya Misael había llegado a pedir auxilio al pueblo, sangrando mucho por el corte recibido, lo que alertó a toda la comunidad de La Permuta.
“Unas 100 personas bajaron hacia el lugar donde me tenían y los matones no tuvieron otra opción que huir”, contó a La Rel.
“No pude ver a los dos que no estaban encapuchados porque estaban lejos y era noche. Sospecho que eran conocidos”, finalizó.
“A mí me pusieron el arma en la nuca. Mi hermano redujo la marcha al ver el alboroto y se detuvo. Entonces el hombre del machete corre hacia él y lo golpea en la cabeza. Cuando yo siento que le pega, le grito ‘cálmate’, y el atacante se vuelve hacia mí un segundo. Misael logra escapar, el hombre lo persigue pero como estaba oscuro no logra atraparlo”, recuerda Moisés.
Luego aparecieron más tipos, unos seis, cuatro de ellos encapuchados, y lo rodearon, al tiempo que le decían que había dejado a muchos sin trabajo y que si no abandonaba esto del sindicato, “la iba a pasar muy mal”.
A Moisés lo dejaron ir porque ya Misael había llegado a pedir auxilio al pueblo, sangrando mucho por el corte recibido, lo que alertó a toda la comunidad de La Permuta.
“Unas 100 personas bajaron hacia el lugar donde me tenían y los matones no tuvieron otra opción que huir”, contó a La Rel.
“No pude ver a los dos que no estaban encapuchados porque estaban lejos y era noche. Sospecho que eran conocidos”, finalizó.
Fotos: Giorgio Trucchi