27
Julio
2017
El sector bananero colombiano
Un modelo de negociación y diálogo social que se debe profundizar
En Bogotá, Jorge Luis Villada López
Foto: Gerardo Iglesias
El modelo de negociación colectiva que se desarrolla entre los empresarios de las 268 fincas bananeras representadas por Augura, y los trabajadores y trabajadoras representados por Sintrainagro constituye un fenómeno sin parangón en la órbita del sector privado en Colombia.
Llegar a esto no fue fácil en una coyuntura histórica de más de tres decenios, cuando el conflicto armado en la región de Urabá había alcanzado los más altos niveles de intensidad y degradación, con incidencias graves para los trabajadores, las empresas y la población en general que se vieron envueltos en la espiral ascendente de la violencia.
Era hora de hacer un replanteamiento de los conflictos en el mundo del trabajo, entre los agentes y grupos sociales productivos, para perseguir metas de desarrollo integral, de consolidación de la democracia y la modernización de las relaciones laborales.
Ello implicó enfrentar en forma más amplia el asunto de las condiciones de trabajo, de la organización del trabajo y sus efectos sobre el empleo, los procesos productivos, los rendimientos y la valoración del trabajo.
Implicó, además, concretar la visión y las metas, mediante la adopción y aplicación de estrategias encaminadas a ganar espacios de participación política y ciudadana y la promoción del capital humano y social.
En efecto, el sindicalismo del sector bananero, otrora dividido políticamente y en su estructura organizativa, acoge e institucionaliza el pluralismo, se unifica orgánicamente y adopta el carácter de organización por rama industrial.
Era hora de hacer un replanteamiento de los conflictos en el mundo del trabajo, entre los agentes y grupos sociales productivos, para perseguir metas de desarrollo integral, de consolidación de la democracia y la modernización de las relaciones laborales.
Ello implicó enfrentar en forma más amplia el asunto de las condiciones de trabajo, de la organización del trabajo y sus efectos sobre el empleo, los procesos productivos, los rendimientos y la valoración del trabajo.
Implicó, además, concretar la visión y las metas, mediante la adopción y aplicación de estrategias encaminadas a ganar espacios de participación política y ciudadana y la promoción del capital humano y social.
En efecto, el sindicalismo del sector bananero, otrora dividido políticamente y en su estructura organizativa, acoge e institucionaliza el pluralismo, se unifica orgánicamente y adopta el carácter de organización por rama industrial.
El ejemplo de Sintrainagro
Un sindicato que crece
Sintrainagro, que abre las puertas a la afiliación masiva de las trabajadoras y trabajadores bananeros y de otros sectores agroindustriales, se fortalece hasta el punto de ser hoy el más representativo y fuerte de los sindicatos del sector agroindustrial a nivel nacional y de América Latina.
También opta por su vinculación al sindicalismo internacional, mediante su afiliación a la UITA, en cuyos órganos de dirección cuenta con representatividad destacada.
Consecuente con su misión institucional, el sindicato impulsa programas de educación, salud, vivienda, saneamiento básico y promoción de la economía solidaria en emprendimientos productivos, que benefician a los asociados y sus familias y también a sectores vulnerables de la población, teniendo como premisas fundamentales el desarrollo social, la consolidación de la democracia y el logro de la paz.
Ajustado a estos objetivos sociales, orienta su participación en los espacios de representatividad política, locales y regionales.
Por su lado, los empresarios bananeros agrupados en Augura, han incorporado a su misión institucional aspectos sociales y de relaciones laborales que, en palabras de su presidente, se sintetizan así:
“Hacemos una intervención integral en vivienda, salud, educación, desarrollo económico y emprendimiento, participación ciudadana y comunitaria, proyectos especiales que nos permiten construir país y garantizar el cumplimiento de las normas ambientales, laborales y sociales que dignifican al trabajador bananero y su familia”, dijo su presidente, Juan Camilo Restrepo Gómez.
Ello, adicionalmente, a los empresarios les “garantiza el acceso de la fruta a los mercados internacionales exigentes en el cumplimiento de normas que se relacionan directamente con el respeto por los derechos humanos y el bienestar social de los trabajadores”, señaló.
Y concluyo reconociendo el papel del sindicato. “En nuestra actividad tenemos el sindicato agrario más grande del país, son 18 mil afiliados a Sintrainagro, organización sindical que a lo largo de muchos años viene negociando concertadamente con los empresarios bananeros, convenciones colectivas laborales que dignifican la labor de los trabajadores que emplea la agroindustria”.
También opta por su vinculación al sindicalismo internacional, mediante su afiliación a la UITA, en cuyos órganos de dirección cuenta con representatividad destacada.
Consecuente con su misión institucional, el sindicato impulsa programas de educación, salud, vivienda, saneamiento básico y promoción de la economía solidaria en emprendimientos productivos, que benefician a los asociados y sus familias y también a sectores vulnerables de la población, teniendo como premisas fundamentales el desarrollo social, la consolidación de la democracia y el logro de la paz.
Ajustado a estos objetivos sociales, orienta su participación en los espacios de representatividad política, locales y regionales.
Por su lado, los empresarios bananeros agrupados en Augura, han incorporado a su misión institucional aspectos sociales y de relaciones laborales que, en palabras de su presidente, se sintetizan así:
“Hacemos una intervención integral en vivienda, salud, educación, desarrollo económico y emprendimiento, participación ciudadana y comunitaria, proyectos especiales que nos permiten construir país y garantizar el cumplimiento de las normas ambientales, laborales y sociales que dignifican al trabajador bananero y su familia”, dijo su presidente, Juan Camilo Restrepo Gómez.
Ello, adicionalmente, a los empresarios les “garantiza el acceso de la fruta a los mercados internacionales exigentes en el cumplimiento de normas que se relacionan directamente con el respeto por los derechos humanos y el bienestar social de los trabajadores”, señaló.
Y concluyo reconociendo el papel del sindicato. “En nuestra actividad tenemos el sindicato agrario más grande del país, son 18 mil afiliados a Sintrainagro, organización sindical que a lo largo de muchos años viene negociando concertadamente con los empresarios bananeros, convenciones colectivas laborales que dignifican la labor de los trabajadores que emplea la agroindustria”.
El posconflicto
El futuro que nos espera
Después de 53 años de confrontación armada entre la guerrilla de las FARC y el Estado, se firmaron, al cabo de 4 años de negociaciones en La Habana, los acuerdos de paz para un país donde cohabitaron siempre el poder y la violencia.
Esto generó un escenario promisorio de posconflicto: el de las reformas que apuntan hacia un país mejor. Será cuestión de tiempo. Pero para lograr que todo radicalismo y la gama entera de opciones políticas puedan expresarse sin matarse y con respeto a las reglas de la democracia se deberá empezar a superar el atraso, la miseria y la exclusión social, en un marco de participación en la planificación y el desarrollo propios que se desarrollará en las Circunscripciones Especiales de Paz.
Esto generó un escenario promisorio de posconflicto: el de las reformas que apuntan hacia un país mejor. Será cuestión de tiempo. Pero para lograr que todo radicalismo y la gama entera de opciones políticas puedan expresarse sin matarse y con respeto a las reglas de la democracia se deberá empezar a superar el atraso, la miseria y la exclusión social, en un marco de participación en la planificación y el desarrollo propios que se desarrollará en las Circunscripciones Especiales de Paz.
“No avanzó la negociación colectiva”
Un fracaso parcial
En un comunicado a la opinión pública, Sintrainagro informa que en la etapa de arreglo directo de la negociación colectiva con Augura, que culminó el 16 de julio, no se alcanzó ningún acuerdo.
La prórroga termina el 5 de agosto, fecha a partir de la cual si no se registran avances satisfactorios, se iniciaría la fase de pre huelga.
Y no hubo acuerdos porque a lo largo de la etapa de arreglo directo las peticiones fueron subestimadas.
Recién el viernes 14, los empresarios hicieron una propuesta de incremento salarial de 3,36 por ciento, una cifra inferior al Índice de Precios al Consumidor (IPC) que para el 31 de diciembre de 2016 fue del 5,75 por ciento, y muy alejada a la que solicita Sintrainagro.
Otro de los aspectos clave de la negociación está referido al servicio de salud, a cargo de las instituciones prestadoras del servicio (IPS), que no brindan la calidad, oportunidad y cobertura esperadas.
Ello exige que empresarios y sindicato concuerden mecanismos de presión en procura de una atención digna, que responda a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras y sus beneficiarios y en correspondencia con los aportes parafiscales que hacen las partes.
Entre interlocutores sociales tan fuertes y experimentados en el campo de la negociación colectiva resulta absurdo dilatar y frustrar la posibilidad de acuerdos en aspectos que ya tienen pautas jurisprudenciales de solución.
No existe incremento salarial si no supera el índice de la inflación causada. Si no alcanza este índice se materializa una rebaja salarial, expresamente prohibida por la ley, y si se hace en igual nivel, simplemente se efectuó un ajuste más no un incremento, que es precisamente lo que busca todo sindicato al presentar un pliego.
Y Sintrainagro sabe que el sector pasa por un buen momento. Según el informe del Ministerio de Agricultura de mayo, basado en datos del DANE, las exportaciones de banano aumentaron 37,5 por ciento en volumen y 46,2 en valor con respecto al mismo mes de 2016.
El precio implícito de exportación creció en 6,3 por ciento y el internacional en 10,1 por ciento.
Concluyendo, venimos de un mundo del trabajo inmerso en el drama de la guerra, de la exclusión social y de la radicalización de los conflictos laborales, sociales y políticos donde las empresas eran concebidas como centros de explotación.
Ahora se inicia una era propicia para el encuentro, la participación ciudadana, el desarrollo social y el crecimiento económico, donde todos podremos contribuir a la construcción y consolidación de la paz.
De esto debemos estar conscientes y actuar en consecuencia para lograr cambios culturales en los planos individual y colectivo que atiendan los principios de la democracia y de la ética.
Profundizar el diálogo social para seguir avanzando socialmente en una región cansada de tanta guerra y pobreza, es el camino que no se debe abandonar.
La prórroga termina el 5 de agosto, fecha a partir de la cual si no se registran avances satisfactorios, se iniciaría la fase de pre huelga.
Y no hubo acuerdos porque a lo largo de la etapa de arreglo directo las peticiones fueron subestimadas.
Recién el viernes 14, los empresarios hicieron una propuesta de incremento salarial de 3,36 por ciento, una cifra inferior al Índice de Precios al Consumidor (IPC) que para el 31 de diciembre de 2016 fue del 5,75 por ciento, y muy alejada a la que solicita Sintrainagro.
Otro de los aspectos clave de la negociación está referido al servicio de salud, a cargo de las instituciones prestadoras del servicio (IPS), que no brindan la calidad, oportunidad y cobertura esperadas.
Ello exige que empresarios y sindicato concuerden mecanismos de presión en procura de una atención digna, que responda a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras y sus beneficiarios y en correspondencia con los aportes parafiscales que hacen las partes.
Entre interlocutores sociales tan fuertes y experimentados en el campo de la negociación colectiva resulta absurdo dilatar y frustrar la posibilidad de acuerdos en aspectos que ya tienen pautas jurisprudenciales de solución.
No existe incremento salarial si no supera el índice de la inflación causada. Si no alcanza este índice se materializa una rebaja salarial, expresamente prohibida por la ley, y si se hace en igual nivel, simplemente se efectuó un ajuste más no un incremento, que es precisamente lo que busca todo sindicato al presentar un pliego.
Y Sintrainagro sabe que el sector pasa por un buen momento. Según el informe del Ministerio de Agricultura de mayo, basado en datos del DANE, las exportaciones de banano aumentaron 37,5 por ciento en volumen y 46,2 en valor con respecto al mismo mes de 2016.
El precio implícito de exportación creció en 6,3 por ciento y el internacional en 10,1 por ciento.
Concluyendo, venimos de un mundo del trabajo inmerso en el drama de la guerra, de la exclusión social y de la radicalización de los conflictos laborales, sociales y políticos donde las empresas eran concebidas como centros de explotación.
Ahora se inicia una era propicia para el encuentro, la participación ciudadana, el desarrollo social y el crecimiento económico, donde todos podremos contribuir a la construcción y consolidación de la paz.
De esto debemos estar conscientes y actuar en consecuencia para lograr cambios culturales en los planos individual y colectivo que atiendan los principios de la democracia y de la ética.
Profundizar el diálogo social para seguir avanzando socialmente en una región cansada de tanta guerra y pobreza, es el camino que no se debe abandonar.