02
Agosto
2017
Con Alberto Broch
“Todavía no nos cayó la ficha sobre la gravedad de esta crisis”
En Brasilia, Gerardo Iglesias
Alberto Broch | Foto: Gerardo Iglesias
El movimiento sindical, y la sociedad brasileña toda, no vieron venir la ofensiva conservadora y ahora deben recuperar aceleradamente el terreno perdido reorganizando sus fuerzas, dijo a La Rel el vicepresidente de la Confederación Nacional de Trabajadores Rurales y Agricultores y Agricultoras Familiares (Contag).
-¿Se imaginaron vivir esta situación por la que pasa Brasil hoy?
-La verdad es que no. No nos imaginamos ni remotamente que pasaríamos por esto, no en estas dimensiones.
Creo que a los brasileños y brasileñas todavía no nos cayó la ficha sobre la gravedad de esta crisis política y económica pero sobre todo sobre la gravedad del desmantelamiento de derechos que estas reformas impulsadas por el gobierno están promoviendo.
Lo que está pasando hoy en Brasil, en términos legislativos modificará tremendamente la vida de todos los ciudadanos y ciudadanas de este país.
Nuestra Constitución Federal tiene menos de 30 años y está siendo desmantelada. Están manoseando la carta magna, no se trata sólo de reformas puntuales.
La denominada “PEC de la muerte”, que congela el gasto público por 20 años, quita el derecho a futuros gobernantes de realizar políticas públicas. Esto significa que si la economía mejora y se dan las condiciones para nuevas inversiones, habrá que volver a modificar la Constitución.
A partir de esta medida el Congreso Nacional dio seguimiento al plan de reformas que ajusta al Estado dentro de ese supuesto presupuesto financiero.
Según el gobierno, la seguridad social presenta un déficit muy grande al Estado. Hay que reformarla, dice, y ya que estamos también hacemos una reforma laboral, que en este caso desmantela los derechos de la clase obrera, vulnera a la sociedad organizada y cercena a los sindicatos.
La reforma laboral dispone entre otras cosas que lo negociado vale más que lo legislado. Esto supone que las organizaciones sindicales deban ser muy fuertes para poder negociar en igualdad de condiciones.
En los hechos la reforma termina con la contribución sindical obligatoria, que será un fuerte cimbronazo para los sindicatos y que sin dudas limitará aún más su accionar.
-La verdad es que no. No nos imaginamos ni remotamente que pasaríamos por esto, no en estas dimensiones.
Creo que a los brasileños y brasileñas todavía no nos cayó la ficha sobre la gravedad de esta crisis política y económica pero sobre todo sobre la gravedad del desmantelamiento de derechos que estas reformas impulsadas por el gobierno están promoviendo.
Lo que está pasando hoy en Brasil, en términos legislativos modificará tremendamente la vida de todos los ciudadanos y ciudadanas de este país.
Nuestra Constitución Federal tiene menos de 30 años y está siendo desmantelada. Están manoseando la carta magna, no se trata sólo de reformas puntuales.
La denominada “PEC de la muerte”, que congela el gasto público por 20 años, quita el derecho a futuros gobernantes de realizar políticas públicas. Esto significa que si la economía mejora y se dan las condiciones para nuevas inversiones, habrá que volver a modificar la Constitución.
A partir de esta medida el Congreso Nacional dio seguimiento al plan de reformas que ajusta al Estado dentro de ese supuesto presupuesto financiero.
Según el gobierno, la seguridad social presenta un déficit muy grande al Estado. Hay que reformarla, dice, y ya que estamos también hacemos una reforma laboral, que en este caso desmantela los derechos de la clase obrera, vulnera a la sociedad organizada y cercena a los sindicatos.
La reforma laboral dispone entre otras cosas que lo negociado vale más que lo legislado. Esto supone que las organizaciones sindicales deban ser muy fuertes para poder negociar en igualdad de condiciones.
En los hechos la reforma termina con la contribución sindical obligatoria, que será un fuerte cimbronazo para los sindicatos y que sin dudas limitará aún más su accionar.
Por un plato de comida
Negociaciones cada vez más desiguales
Y digo aún más porque en Brasil actualmente hay más de 14 millones de desocupados, lo que hace que negociar condiciones de trabajo ya sea una odisea.
Vamos a terminar trabajando por un plato de comida. No hay correlación de fuerzas.
Por otro lado, este Congreso aprobó la tercerización plena. La clase media brasileña, tan rabiosa en otros momentos, no se ha dado cuenta que con esto se fue todo al diablo, ya ni siquiera habrá concursos públicos porque los entes y organismos del Estado podrán tercerizar a todos sus funcionarios.
Y ahora se viene la reforma jubilatoria, que no se aplicará a militares ni a funcionarios judiciales pero sí a la masa de trabajadores y trabajadoras. Y detrás de esto está la previsión privada, porque quién querrá trabajar hasta los 70 u 80 años para recibir una pensión miserable.
-Y nada se habla de la gran deuda de empresas privadas con la seguridad social…
-Exactamente. Nada se habla de las deudas millonarias de empresas como JBS, Itaú y tantas otras.
Por otro lado nosotros siempre estuvimos contra la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. Por más dificultades que su gestión planteara considero que fue un golpe político, y el presidente que tenemos ahora es el que menos aprobación tiene en la historia de este país, estamos hablando que menos del 5 por ciento de los ciudadanos brasileños lo aprueba.
Nadie de este gobierno -ni el presidente, ni los senadores, ni los diputados- fueron electos con la pauta y el programa que se está llevando adelante, nadie los votó porque iban a hacer lo que están haciendo y ahí reside su mayor ilegitimidad.
Vamos a terminar trabajando por un plato de comida. No hay correlación de fuerzas.
Por otro lado, este Congreso aprobó la tercerización plena. La clase media brasileña, tan rabiosa en otros momentos, no se ha dado cuenta que con esto se fue todo al diablo, ya ni siquiera habrá concursos públicos porque los entes y organismos del Estado podrán tercerizar a todos sus funcionarios.
Y ahora se viene la reforma jubilatoria, que no se aplicará a militares ni a funcionarios judiciales pero sí a la masa de trabajadores y trabajadoras. Y detrás de esto está la previsión privada, porque quién querrá trabajar hasta los 70 u 80 años para recibir una pensión miserable.
-Y nada se habla de la gran deuda de empresas privadas con la seguridad social…
-Exactamente. Nada se habla de las deudas millonarias de empresas como JBS, Itaú y tantas otras.
Por otro lado nosotros siempre estuvimos contra la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. Por más dificultades que su gestión planteara considero que fue un golpe político, y el presidente que tenemos ahora es el que menos aprobación tiene en la historia de este país, estamos hablando que menos del 5 por ciento de los ciudadanos brasileños lo aprueba.
Nadie de este gobierno -ni el presidente, ni los senadores, ni los diputados- fueron electos con la pauta y el programa que se está llevando adelante, nadie los votó porque iban a hacer lo que están haciendo y ahí reside su mayor ilegitimidad.
Como corolario estalla un inmenso escándalo de corrupción que involucra a casi todo el Congreso y parece que nada sucederá. Michel Temer se saldrá con la suya seguramente.
En ese sentido defendemos que se le devuelva a pueblo brasileño el derecho a elegir a sus gobernantes en elecciones directas. Lamentablemente no se vislumbra que esto pueda suceder.
-Desde el gobierno dicen que es necesaria la reforma laboral para generar nuevos puestos de trabajo, pero según datos objetivos durante las dos administraciones de Lula da Silva se generaron más de 20 millones de empleos con la anterior legislación…
-Es cierto, hubo una época donde en Brasil había pleno empleo, en algunos sectores era necesario traer mando de obra de afuera porque no bastaba con los nacionales.
Menos de 5 por ciento de desempleo con la anterior legislación, algo inédito, y ahora todo cambiará. Este gobierno pasó un mensaje a través de los grandes medios -sus aliados-, un bombardeo mediático diciendo que sin esta reforma no se sacaría al país adelante.
En ese sentido defendemos que se le devuelva a pueblo brasileño el derecho a elegir a sus gobernantes en elecciones directas. Lamentablemente no se vislumbra que esto pueda suceder.
-Desde el gobierno dicen que es necesaria la reforma laboral para generar nuevos puestos de trabajo, pero según datos objetivos durante las dos administraciones de Lula da Silva se generaron más de 20 millones de empleos con la anterior legislación…
-Es cierto, hubo una época donde en Brasil había pleno empleo, en algunos sectores era necesario traer mando de obra de afuera porque no bastaba con los nacionales.
Menos de 5 por ciento de desempleo con la anterior legislación, algo inédito, y ahora todo cambiará. Este gobierno pasó un mensaje a través de los grandes medios -sus aliados-, un bombardeo mediático diciendo que sin esta reforma no se sacaría al país adelante.
Un movimiento sindical debilitado
“Brasil está anestesiado”
Lamentablemente, y a pesar del gran esfuerzo que hicimos diversas centrales sindicales, no logramos contrarrestar el embate, no tuvimos capacidad de movilizar a las masas como en años anteriores.
Brasil está anestesiado, es necesario que la sociedad se manifieste, salga a las calles a decir qué es lo que quiere realmente.
-¿Crees que esto se deba a la escasa politización de la sociedad brasileña?
-Pienso que ese es uno de los elementos, pero hay también una gran confusión de valores, un retroceso de pensamientos, un retorno del conservadurismo de derecha que no quiere a los negros, a los homosexuales, a los pobres, a las mujeres, que está contra todos aquellos que se organizan.
Hay odio en los discursos y el accionar, han tomado al prejuicio como bandera y esto es lo que más me asusta.
Hay un incremento de la violencia en el campo, de la violencia hacia las mujeres, de la violencia en general y un Estado quebrado, fundido, sin rumbo, que no paga a sus funcionarios, que no invierte en políticas públicas.
Brasil ha pasado por varias dictaduras, por períodos de mucha pobreza y en general nadie quiere volver a eso, pero es justamente lo que está pasando ahora.
Los 33 millones de personas que habían salido de la pobreza, volverán a ella y quién sabe si no se suman más. Eso es muy triste.
Pero no podemos bajar los brazos, no podemos dejarnos vencer, tenemos que resistir este proceso. Brasil es un país grande y podrá resurgir de sus cenizas.
Brasil está anestesiado, es necesario que la sociedad se manifieste, salga a las calles a decir qué es lo que quiere realmente.
-¿Crees que esto se deba a la escasa politización de la sociedad brasileña?
-Pienso que ese es uno de los elementos, pero hay también una gran confusión de valores, un retroceso de pensamientos, un retorno del conservadurismo de derecha que no quiere a los negros, a los homosexuales, a los pobres, a las mujeres, que está contra todos aquellos que se organizan.
Hay odio en los discursos y el accionar, han tomado al prejuicio como bandera y esto es lo que más me asusta.
Hay un incremento de la violencia en el campo, de la violencia hacia las mujeres, de la violencia en general y un Estado quebrado, fundido, sin rumbo, que no paga a sus funcionarios, que no invierte en políticas públicas.
Brasil ha pasado por varias dictaduras, por períodos de mucha pobreza y en general nadie quiere volver a eso, pero es justamente lo que está pasando ahora.
Los 33 millones de personas que habían salido de la pobreza, volverán a ella y quién sabe si no se suman más. Eso es muy triste.
Pero no podemos bajar los brazos, no podemos dejarnos vencer, tenemos que resistir este proceso. Brasil es un país grande y podrá resurgir de sus cenizas.