05
Octubre
2016
Brasil | Sindicatos | SOCIEDAD

“Tenemos siete centrales sindicales que no saben muy bien qué defienden y muchas veces se pelean entre sí”

En Praia Grande, Gerardo Iglesias
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Ricardo Garcia | Foto: Gerardo Iglesias

Fiscal, miembro del Ministerio Público de Trabajo (MPT) en Río Grande del Sur, Ricardo Wagner Garcia se explayó en este diálogo con La Rel sobre su labor en ese organismo, y fundamentalmente sobre los desafíos presentes y futuros del movimiento sindical brasileño, en un escenario desfavorable y de peligroso retroceso social.
La UITA y el MPT de Brasil desarrollan desde hace largo tiempo un trabajo conjunto, plasmado por ejemplo en la construcción de la NR 36 sobre las condiciones laborales en la industria frigorífica.

Por su parte la Secretaría Regional pretende establecer un convenio de cooperación formal con el MPT en Brasil, tal como lo hizo en 2014 con el citado Ministerio y el Ministerio de Trabajo de Argentina, el primero en ser homologado entre una organización sindical internacional e instituciones estatales de ambos países.

Ante esta propuesta, Ricardo García se propuso oficiar de nexo entre nuestra Internacional y las autoridades laborales brasileñas.

“El Ministerio ya tiene varias articulaciones con otros organismos y es evidente que es necesario el trabajo conjunto con todos los actores sociales para poder llevar adelante una defensa efectiva de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, su salud y su seguridad”, comenzó diciendo en esta entrevista.

-¿Vienes de las huestes sindicales?
-Estoy en el baile desde 1978, así que son 38 años ya, primero como dirigente sindical y luego como asesor, de prensa primero, y jurídico después.

-¿Cómo te sientes en tu labor en el MPT?
-Me siento el mismo que cuando era dirigente o asesor sindical, comprometido con los trabajadores.

En el Ministerio, lo único que cambió es la forma del compromiso, pero no el contenido del mismo.

Continúo trabajando en la defensa de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Me siento muy bien porque hago lo que me gusta y pongo en práctica todo aquello en cuanto creo.
Entonces mantengo coherencia con mi historia.

-Brasil está viviendo un proceso de involución, pautado por ciertas reformas promovidas por el gobierno de Michel Temer y avaladas por un Parlamento compuesto en su mayoría por empresarios y terratenientes…
-Un triste panorama. Cuando se dieron a conocer los resultados finales de las elecciones de 2014, un estudio de perfil realizado por el DIEESE ( ) reveló que más del 60 por ciento del Parlamento está integrado por empresarios, abogados de los empresarios o profesionales vinculados directamente con empresarios.

El movimiento sindical o los trabajadores tienen una representación minoritaria. Era previsible en ese panorama un avance de las pautas conservadoras.

Las bancadas ruralista (terratenientes), de la bala (empresarios de la industria armamentista) y de la biblia (evangélicos) tomaron fuerza, se afianzaron y crecieron en el segundo gobierno de Dilma Rousseff.  

Esta conformación les permitió a los partidos conservadores, como el PMDB y el PSDB, invertir en las elecciones.  

A través de alianzas obtuvieron la victoria en el Ejecutivo junto a los partidos más progresistas y luego lograron vencer e imponerse a través del proceso de Impeachment.

Las tres B de la elite brasileña
Un retroceso al feudalismo
Con esa gran victoria que representó la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, esta elite de brasileños BBB (Bueyes, Balas y Biblia), lograron imponer su pauta conservadora a todo el país, no sólo al Congreso.

Entonces lo que está en discusión en este momento en Brasil es si mantenemos o no nuestros derechos, que son derechos históricos con 70 o 100 años de vigencia.

Porque ya no se trata de avanzar en nuestros derechos sino de cómo vamos a hacer para mantenerlos.

-Un retroceso al siglo XIX, prácticamente…
-Al feudalismo. La abolición de la esclavitud en Brasil se dio en 1888 pero todavía en pleno siglo XXI persisten prácticas de trabajo esclavo.

Una de las reformas planteadas por el gobierno es quitar la figura jurídica del trabajo esclavo del código penal, lo que representará tal impunidad que propiciará aún más este crimen.

Por otro lado, las normas regulatorias que tenemos son leyes delegadas que establecen condiciones de salud y seguridad en los diferentes sectores.

Tienen una génesis particular, porque para su redacción se cuenta con un equipo tripartito de trabajo que involucra al Estado, a los empresarios y a los trabajadores.

Pero esto ya no lo quiere el empresariado brasileño, ni este gobierno. No quieren nada que coarte o limite sus acciones a través de normativas, sea sobre salud y seguridad o sobre cualquier cosa.

Sindicalistas cooptados por el poder
Recuperar la autonomía
-Las debilidades de un movimiento sindical atomizado y con una gran confusión ideológica, tampoco ayudan…
-Es verdad. A partir de 1998, con la nueva Constitución, el movimiento sindical obtuvo autonomía con relación al Estado y comenzó a reorganizarse de formas muy diversas de acuerdo con corrientes ideológicas diferentes, algo que no es malo porque propició el debate a la interna de los sindicatos.

Pero luego, con el avance de la democracia, fue cooptado por el gobierno federal y antes por algunos gobiernos municipales, en instituciones y gobierno estaduales.

Esto propició que los mejores cuadros del sindicalismo se institucionalizaran, sobre todo durante el gobierno de Lula y después el de Dilma. Entonces el debate ideológico dio paso al debate fisiológico.

Los partidos progresistas comenzaron a institucionalizarse y se alejaron de las bases, de la gente, del pueblo y eso fue lo que nos debilitó. Cuando nuestros dirigentes de base pasaron a ocupar cargos muy alejados de la base, el movimiento sindical comenzó a perder.

Comenzamos a jugar el juego de las elites, y hoy estamos en el fondo del pozo y ya no sabemos qué pasará con nuestros cuadros históricos.

No sabemos si vamos a lograr reorganizarnos y resistir para dar batalla a esta nueva pauta o si ella nos vencerá a nosotros.

En este momento estamos divididos, debilitados y hasta te diría aislados porque es muy poca la incidencia internacional que tiene el movimiento sindical brasileño.

-Hay también una gran dificultad de articularse con otras organizaciones presentes en el escenario social…
-Ese es otro de nuestros grandes problemas. Nuestras huelgas no tienen una raíz social, no están ligadas al bienestar de la sociedad en su conjunto.

Pareciera que los trabajadores están peleando únicamente por sus intereses particulares, cuando las luchas de la clase obrera deben estar insertas en las luchas sociales.

Los grandes medios masivos dominantes ponen al resto de la sociedad civil contra los trabajadores o cualquier manifestación popular y convierten a una protesta en las calles en un embotellamiento, una huelga en la falta de tal o cual servicio. Eso acentúa nuestro aislamiento.

División, confusión, aislamiento
Los desafíos del movimiento obrero brasileño
-Tendremos que superar también la gran frustración de no saber quién es el enemigo…
-En cierta medida es cierto lo que dices. Igualmente, cuando me refería a que nuestros líderes sindicales fueron cooptados por el gobierno no quise decir que se convirtieron en corruptos, solo que se alejaron de las bases, se fosilizaron, se burocratizaron y esto agrandó la confusión ideológica.

Tenemos siete centrales sindicales que no saben muy bien qué defienden, porque muchas veces se pelean entre sí.

Acá mismo vimos cómo un dirigente defendió una pauta conservadora, marcada por los empresarios y fue aplaudido por parte del público presente. Esta fue una prueba de la gran confusión que reina en el movimiento sindical brasileño.

Tendremos que trabajar mucho para profundizar y ampliar el debate político-ideológico. Esa -creo- es la clave para avanzar: analizar  de qué se trata tal o cual propuesta, para qué sirve, a quién beneficiará, cuáles serán las consecuencias que tendrá para el país.

Tenemos que plantearnos cuál es el límite del capitalismo. Somos un país capitalista y tenemos que tener bien claro cuál es la función social del capital, de la propiedad rural y urbana.

Son muchas las cuestiones que como clase obrera tenemos que encarar.

La legitimidad de las metas de producción en los frigoríficos es apenas un ejemplo. ¿Están al servicio de la sociedad o del lucro? Esa es la contradicción que nos atañe y sobre la cual debemos dar debate.

Si logramos eso quizá clarifiquemos esa gran confusión de la que venimos hablando.

-Ese creciente sector conservador que ocupa hoy el Congreso, ¿es reflejo de una sociedad cada vez más conservadora?
-Sin dudas que si están ahí es porque hubo quien los votó. Parte de la sociedad cree en los proyectos y propuestas de esos legisladores, lo que no sabría decir es si se trata de una minoría o si son mayoría.

Hubo trabajadores que salieron a protestar a las calles a favor de una propuesta conservadora, convencidos por los empresarios.

Lo paradójico es que ellos mismos serán masacrados por esa propuesta que defendieron. Y esto es un reflejo de la sociedad brasileña.

Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (DIESSE)