01
Agosto
2017
Misión UITA, S.O.S Brasil
La solidaridad en todo momento
En Brasilia, Gerardo Iglesias
Foto: Gerardo Iglesias
El Comité Ejecutivo Latinoamericano, a nombre de las 87 organizaciones afiliadas en 18 países de la región, decidió este mes de julio, en su 39 reunión celebrada en Brasilia, emprender una Misión a Brasil para dar seguimiento a la grave situación que se vive en ese país.
Desde hace años se viene implementando en Brasil una ofensiva contra el movimiento sindical y sus logros, conquistados a lo largo de décadas de luchas sociales, a menudo en durísimas condiciones, como en el período de la dictadura cívico militar (1964-1985).
En esos oscuros años, centenares de sindicalistas urbanos y rurales sufrieron de lleno la represión estatal y terminaron asesinados, torturados, presos, exiliados.
Sin embargo, pudieron preservar algunas de las conquistas sociales y una legislación laboral medianamente aceptable, que fue sustancialmente mejorándose en democracia.
Desde la llegada al gobierno de Michel Temer, la ofensiva de un gobierno controlado por empresarios ligados a las grandes transnacionales, en particular del agronegocio y del sector financiero, se ha hecho abierta, desembozada, descarada.
Máxime cuando no conoce control ni límite alguno de parte del Parlamento más corrupto de la historia brasileña, donde más de la mitad de cuyos integrantes están investigados por la justicia, al igual que el propio presidente de la República.
Apenas instalado en el poder, hace un año, Temer se propuso llevar a cabo cuatro grandes reformas que arrasan con los derechos más elementales de trabajadores y trabajadoras: la de la seguridad social, la laboral, la sindical y una que consagra las tercerizaciones.
La reforma laboral, la piedra de toque de esa construcción antiobrera y antisindical, ha sido condenada por numerosas organizaciones sindicales internacionales, al suponer un retroceso de décadas de la legislación laboral, de hecho un retorno a los albores del siglo XX.
A su vez, la violencia en el medio rural se disparó sobre los pueblos indígenas, los agricultores familiares y los activistas ambientalistas de la mano del avance desenfrenado del agronegocio, la desidia del estado y la impunidad.
Entre las reformas que están en la minuta del Congreso, hay varias iniciativas que tienen por finalidad la usurpación de las tierras de los pueblos originarios y quilombolas (afrodescendientes).
Por todas estas razones, un equipo de la Secretaria Regional se encuentra en Brasilia desde hace varios días, entrevistando a dirigentes sindicales, del ámbito político y de la sociedad civil, con el objetivo de dar a conocer de primera mano qué está sucediendo en este país.
También decimos presente para contribuir en la resistencia a estos planes, que en muchos casos violan la propia Constitución brasileña y tratados internacionales firmados por el país.
Como bien manifestó Norberto Latorre, presidente del Comité Ejecutivo Latinoamericano, “todo lo que aquí suceda en detrimento del movimiento sindical y popular, en el menoscabo de derechos y conquistas, repercutirá inexorablemente en toda la región y el mundo, como sucedió con las reformas en Francia y España recientemente”.
¡Por eso estamos aquí, y estaremos siempre!
Desde hace años se viene implementando en Brasil una ofensiva contra el movimiento sindical y sus logros, conquistados a lo largo de décadas de luchas sociales, a menudo en durísimas condiciones, como en el período de la dictadura cívico militar (1964-1985).
En esos oscuros años, centenares de sindicalistas urbanos y rurales sufrieron de lleno la represión estatal y terminaron asesinados, torturados, presos, exiliados.
Sin embargo, pudieron preservar algunas de las conquistas sociales y una legislación laboral medianamente aceptable, que fue sustancialmente mejorándose en democracia.
Desde la llegada al gobierno de Michel Temer, la ofensiva de un gobierno controlado por empresarios ligados a las grandes transnacionales, en particular del agronegocio y del sector financiero, se ha hecho abierta, desembozada, descarada.
Máxime cuando no conoce control ni límite alguno de parte del Parlamento más corrupto de la historia brasileña, donde más de la mitad de cuyos integrantes están investigados por la justicia, al igual que el propio presidente de la República.
Apenas instalado en el poder, hace un año, Temer se propuso llevar a cabo cuatro grandes reformas que arrasan con los derechos más elementales de trabajadores y trabajadoras: la de la seguridad social, la laboral, la sindical y una que consagra las tercerizaciones.
La reforma laboral, la piedra de toque de esa construcción antiobrera y antisindical, ha sido condenada por numerosas organizaciones sindicales internacionales, al suponer un retroceso de décadas de la legislación laboral, de hecho un retorno a los albores del siglo XX.
A su vez, la violencia en el medio rural se disparó sobre los pueblos indígenas, los agricultores familiares y los activistas ambientalistas de la mano del avance desenfrenado del agronegocio, la desidia del estado y la impunidad.
Entre las reformas que están en la minuta del Congreso, hay varias iniciativas que tienen por finalidad la usurpación de las tierras de los pueblos originarios y quilombolas (afrodescendientes).
Por todas estas razones, un equipo de la Secretaria Regional se encuentra en Brasilia desde hace varios días, entrevistando a dirigentes sindicales, del ámbito político y de la sociedad civil, con el objetivo de dar a conocer de primera mano qué está sucediendo en este país.
También decimos presente para contribuir en la resistencia a estos planes, que en muchos casos violan la propia Constitución brasileña y tratados internacionales firmados por el país.
Como bien manifestó Norberto Latorre, presidente del Comité Ejecutivo Latinoamericano, “todo lo que aquí suceda en detrimento del movimiento sindical y popular, en el menoscabo de derechos y conquistas, repercutirá inexorablemente en toda la región y el mundo, como sucedió con las reformas en Francia y España recientemente”.
¡Por eso estamos aquí, y estaremos siempre!