28
Julio
2017
Misión UITA, S.O.S Brasil
Con Antonio Lucas Filho
Con Antonio Lucas Filho
“Hicimos mal las cosas, tenemos gran responsabilidad en todo lo que está sucediendo”
En Brasilia, Gerardo Iglesias
Antonio Lucas Filho
El presidente de la Confederación Nacional de Asalariados y Asalariadas Rurales (CONTAR) aborda sobre el nuevo escenario que se presenta en su país, las estrategias para revertir los impactos de una reforma que busca cercenar los derechos laborales y diezmar a las organizaciones sindicales. Su reflexión aclara e inspira a resistir.
-CONTAR nace en un momento muy complicado de la historia democrática de Brasil.
-Es verdad. Por más increíble que parezca, cuando decidimos organizarnos en federaciones de asalariados y asalariadas rurales o sindicatos encontramos una serie de obstáculos que no pudimos sortear.
Hace más de dos años que presentamos el pedido de registro de la CONTAR en el Ministerio de Trabajo y a pesar de hacerlo en tiempo y forma tuvimos que iniciar una demanda judicial para poder obtener el registro.
Recibimos un fallo favorable por parte de la justicia, que emplazó al Ministerio a que otorgara el registro de la confederación en 90 días. Vencido el plazo, la cartera de gobierno aún no ha cumplido con ese dictamen.
Volvimos a presentar una nueva demanda que incluía hasta el pedido de prisión del secretario de Trabajo por incumplimiento de los deberes inherentes a su cargo y la jueza de la causa dio un plazo de 5 días más, que vence en estos días pero que resume todos los palos en la rueda que enfrentamos para poder registrar nuestra organización.
Todo esto dificulta enormemente la actuación sindical. Sin registro, no podemos representar a los asalariados y asalariadas en los estados, y la federaciones no pueden y los sindicatos tampoco. Los convenios colectivos negociados hasta ahora pueden verse afectados por esta situación burocrática.
-¿Y ahora con la reforma laboral…?
-La reforma laboral trajo consigo una especie de temor, la gente está asustada. Se nota el miedo en los ojos de los dirigentes, miedo al enfrentamiento, a tener que decirles a los trabajadores todo lo que perdieron.
Noto que hay un amedrentamiento tal que hace que se piense que esta reforma no podrá revertirse nunca. Es lo peor que puede pasar: que un trabajador o una trabajadora terminen aceptando todo lo que les imponga su patrón porque creen que no hay forma de revertirlo.
-¿Y cuál es vuestra opinión desde la CONTAR?
-Consideramos que estas medidas sí pueden revertirse y trabajaremos para ello. Es muy importante capacitar a los dirigentes sindicales para que a la hora de negociar nuevos convenios estén atentos.
Todas las legislaciones tienen fallas, y si hasta ahora hemos negociado mejores convenios que los pautados por ley, no veo por qué no podremos hacerlo con la normativa que impone esta reforma.
Por supuesto que habrá empresarios que busquen aplicar la ley a rajatabla para bajar costos, incrementar beneficios, recortar derechos, pero también hay grandes grupos empresariales que no se van a arriesgar a eso porque saben que los trabajadores, asustados con la quita de derechos, con bajos salarios, sin opciones de representación sindical, comprometen la productividad.
Sería poco inteligente que las empresas apliquen esta nueva normativa tal como viene, porque un trabajador desmotivado trabaja menos. Si uno gana poco, ¿por qué va a matarse trabajando?
Lo que debemos hacer las organizaciones sindicales es demostrarles a los trabajadores que deben exigir de las empresas sus derechos, que necesitan creer en el movimiento sindical y en los dirigentes que eligieron para representarlos.
-Es verdad. Por más increíble que parezca, cuando decidimos organizarnos en federaciones de asalariados y asalariadas rurales o sindicatos encontramos una serie de obstáculos que no pudimos sortear.
Hace más de dos años que presentamos el pedido de registro de la CONTAR en el Ministerio de Trabajo y a pesar de hacerlo en tiempo y forma tuvimos que iniciar una demanda judicial para poder obtener el registro.
Recibimos un fallo favorable por parte de la justicia, que emplazó al Ministerio a que otorgara el registro de la confederación en 90 días. Vencido el plazo, la cartera de gobierno aún no ha cumplido con ese dictamen.
Volvimos a presentar una nueva demanda que incluía hasta el pedido de prisión del secretario de Trabajo por incumplimiento de los deberes inherentes a su cargo y la jueza de la causa dio un plazo de 5 días más, que vence en estos días pero que resume todos los palos en la rueda que enfrentamos para poder registrar nuestra organización.
Todo esto dificulta enormemente la actuación sindical. Sin registro, no podemos representar a los asalariados y asalariadas en los estados, y la federaciones no pueden y los sindicatos tampoco. Los convenios colectivos negociados hasta ahora pueden verse afectados por esta situación burocrática.
-¿Y ahora con la reforma laboral…?
-La reforma laboral trajo consigo una especie de temor, la gente está asustada. Se nota el miedo en los ojos de los dirigentes, miedo al enfrentamiento, a tener que decirles a los trabajadores todo lo que perdieron.
Noto que hay un amedrentamiento tal que hace que se piense que esta reforma no podrá revertirse nunca. Es lo peor que puede pasar: que un trabajador o una trabajadora terminen aceptando todo lo que les imponga su patrón porque creen que no hay forma de revertirlo.
-¿Y cuál es vuestra opinión desde la CONTAR?
-Consideramos que estas medidas sí pueden revertirse y trabajaremos para ello. Es muy importante capacitar a los dirigentes sindicales para que a la hora de negociar nuevos convenios estén atentos.
Todas las legislaciones tienen fallas, y si hasta ahora hemos negociado mejores convenios que los pautados por ley, no veo por qué no podremos hacerlo con la normativa que impone esta reforma.
Por supuesto que habrá empresarios que busquen aplicar la ley a rajatabla para bajar costos, incrementar beneficios, recortar derechos, pero también hay grandes grupos empresariales que no se van a arriesgar a eso porque saben que los trabajadores, asustados con la quita de derechos, con bajos salarios, sin opciones de representación sindical, comprometen la productividad.
Sería poco inteligente que las empresas apliquen esta nueva normativa tal como viene, porque un trabajador desmotivado trabaja menos. Si uno gana poco, ¿por qué va a matarse trabajando?
Lo que debemos hacer las organizaciones sindicales es demostrarles a los trabajadores que deben exigir de las empresas sus derechos, que necesitan creer en el movimiento sindical y en los dirigentes que eligieron para representarlos.
Resistir a la cooptación desde el poder
“Cuando un sindicalista pasa al gobierno deja
de ser sindicalista”
de ser sindicalista”
-¿Cuáles son las razones del descrédito que padece el movimiento sindical?
-Creo que cuando los trabajadores brasileños elegimos como presidente a Lula da Silva pensamos que él y el PT tenían que resolver todos nuestros problemas. En ninguna parte del mundo esto funciona así, que alguien resuelva problemas que son nuestros.
Somos los trabajadores y las trabajadoras los que tenemos que estar en lucha permanente contra el capital. Ningún gobierno va a enfrentar esa lucha por nosotros, porque la mayoría de las veces para los gobernantes es más conveniente conciliar con el capitalismo que enfrentarlo. Esa es la lógica del sistema.
Entonces, ¿qué pasó? Los sindicatos comenzamos a traer pautas de reivindicaciones y presentarlas al gobierno para que solucionara los problemas que enfrentábamos.
Por otro lado la mayoría de los asesores de las administraciones del PT eran sindicalistas que fueron convocados y cooptados por el gobierno y terminó siendo una vidriera donde el conocido de tal o cual central, ahora en un cargo público, fue tratado por los sindicatos de manera más benevolente. Ese fue uno de los grandes errores que cometimos.
Si un exsindicalista pasa a ser gobierno ya está, dejó de ser sindicalista. El gran patrón de todos es el gobierno, el que pauta salarios, el que aumenta el combustible o los alimentos que consumimos los trabajadores, la maquinaria gubernamental es la que gestiona todo a favor o contra los ciudadanos.
Nuestro principal error fue creer que el gobierno era nuestro y dejamos de lado la lucha sindical.
Otra cosa que afectó y afecta la credibilidad de los sindicatos es que la mayoría están vinculados a algún partido político y eso confunde a los dirigentes, llega un momento que no saben para dónde arrancar.
En el primer gobierno de Lula quisimos salir a las calles a reclamar algunas cosas que no nos convencían sobre la reforma agraria pero en el aquel entonces nos persuadimos que si salíamos a enfrentar a Lula, la derecha iba a aprovechar la oportunidad para enfrentar al gobierno y derribarlo.
Entonces nos fuimos frenando y frenando porque era nuestro gobierno y para no darle excusas a la derecha. Creo que el impeachment contra Dilma fue el resultado de ese “habernos quedado”.
-En 1995 Enildo Iglesias (exsecretario regional de UITA) mencionaba que era necesario redefinir los vínculos entre sindicatos y partidos políticos y sindicatos y sociedad civil.
-Un debate vigente, claro. Cuando yo comencé a militar en el sindicalismo también era militante de un partido político que ofrecía una férrea oposición a los gobiernos de la época, el PCdoB.
Ingresé a ese partido para ayudar a organizarlo en la búsqueda de un mundo mejor, para hacer la revolución. No entré para ser dirigente o político y nunca se mezcló la política partidaria con la militancia en el sindicato.
Ya cuando me incorporé al sindicato de trabajadores rurales, allá por fines de los años 80, cuando se hacía alguna asamblea sindical iba siempre algún edil o diputado de tal o cual partido a hacer su discurso y comenzó a mezclarse todo.
Lo correcto sería separar las cosas. Las propuestas o reivindicaciones que se hagan dentro de una organización sindical tienen que ser discutidas con los trabajadores y trabajadoras, no en un comité de base de un partido político.
Las necesidades de la clase obrera no admiten demoras, períodos electorales o redacción de nuevas leyes, son necesidades que deben ser atendidas de forma más inmediata y para eso están los sindicatos.
Los trabajadores no pagan su cuota sindical para esperar a que se tramiten leyes que les solucionen los problemas, lo que esperan es que sus representantes vayan a negociar con la empresa la mejor salida para el problema que enfrentan en el local laboral.
No es bueno, sobre todo para trabajadores y dirigentes, que esté todo mezclado.
Desde la CONTAR hemos luchado por nuestra autonomía, no queremos estar vinculados a ninguna central ni a partidos políticos. Sí estamos en contacto con las centrales pero no queremos que nos marquen las pautas de dónde tenemos que ir o qué decidir.
No sé por cuánto tiempo nos va a durar esta autonomía porque nuestros miembros tienen sus simpatías políticas, pero voto en favor de que se mantenga.
-Creo que cuando los trabajadores brasileños elegimos como presidente a Lula da Silva pensamos que él y el PT tenían que resolver todos nuestros problemas. En ninguna parte del mundo esto funciona así, que alguien resuelva problemas que son nuestros.
Somos los trabajadores y las trabajadoras los que tenemos que estar en lucha permanente contra el capital. Ningún gobierno va a enfrentar esa lucha por nosotros, porque la mayoría de las veces para los gobernantes es más conveniente conciliar con el capitalismo que enfrentarlo. Esa es la lógica del sistema.
Entonces, ¿qué pasó? Los sindicatos comenzamos a traer pautas de reivindicaciones y presentarlas al gobierno para que solucionara los problemas que enfrentábamos.
Por otro lado la mayoría de los asesores de las administraciones del PT eran sindicalistas que fueron convocados y cooptados por el gobierno y terminó siendo una vidriera donde el conocido de tal o cual central, ahora en un cargo público, fue tratado por los sindicatos de manera más benevolente. Ese fue uno de los grandes errores que cometimos.
Si un exsindicalista pasa a ser gobierno ya está, dejó de ser sindicalista. El gran patrón de todos es el gobierno, el que pauta salarios, el que aumenta el combustible o los alimentos que consumimos los trabajadores, la maquinaria gubernamental es la que gestiona todo a favor o contra los ciudadanos.
Nuestro principal error fue creer que el gobierno era nuestro y dejamos de lado la lucha sindical.
Otra cosa que afectó y afecta la credibilidad de los sindicatos es que la mayoría están vinculados a algún partido político y eso confunde a los dirigentes, llega un momento que no saben para dónde arrancar.
En el primer gobierno de Lula quisimos salir a las calles a reclamar algunas cosas que no nos convencían sobre la reforma agraria pero en el aquel entonces nos persuadimos que si salíamos a enfrentar a Lula, la derecha iba a aprovechar la oportunidad para enfrentar al gobierno y derribarlo.
Entonces nos fuimos frenando y frenando porque era nuestro gobierno y para no darle excusas a la derecha. Creo que el impeachment contra Dilma fue el resultado de ese “habernos quedado”.
-En 1995 Enildo Iglesias (exsecretario regional de UITA) mencionaba que era necesario redefinir los vínculos entre sindicatos y partidos políticos y sindicatos y sociedad civil.
-Un debate vigente, claro. Cuando yo comencé a militar en el sindicalismo también era militante de un partido político que ofrecía una férrea oposición a los gobiernos de la época, el PCdoB.
Ingresé a ese partido para ayudar a organizarlo en la búsqueda de un mundo mejor, para hacer la revolución. No entré para ser dirigente o político y nunca se mezcló la política partidaria con la militancia en el sindicato.
Ya cuando me incorporé al sindicato de trabajadores rurales, allá por fines de los años 80, cuando se hacía alguna asamblea sindical iba siempre algún edil o diputado de tal o cual partido a hacer su discurso y comenzó a mezclarse todo.
Lo correcto sería separar las cosas. Las propuestas o reivindicaciones que se hagan dentro de una organización sindical tienen que ser discutidas con los trabajadores y trabajadoras, no en un comité de base de un partido político.
Las necesidades de la clase obrera no admiten demoras, períodos electorales o redacción de nuevas leyes, son necesidades que deben ser atendidas de forma más inmediata y para eso están los sindicatos.
Los trabajadores no pagan su cuota sindical para esperar a que se tramiten leyes que les solucionen los problemas, lo que esperan es que sus representantes vayan a negociar con la empresa la mejor salida para el problema que enfrentan en el local laboral.
No es bueno, sobre todo para trabajadores y dirigentes, que esté todo mezclado.
Desde la CONTAR hemos luchado por nuestra autonomía, no queremos estar vinculados a ninguna central ni a partidos políticos. Sí estamos en contacto con las centrales pero no queremos que nos marquen las pautas de dónde tenemos que ir o qué decidir.
No sé por cuánto tiempo nos va a durar esta autonomía porque nuestros miembros tienen sus simpatías políticas, pero voto en favor de que se mantenga.
Los efectos de la reforma en el campo
“El gobierno nos hace volver a la semiesclavitud”
-A los grandes desafíos que ya enfrenta la CONTAR (la informalidad, laboral, el trabajo esclavo, el peso del agronegocio) se suma esta reforma laboral.
-Sí. Hay un dato que dio el gobierno en estos días que tiene que ver con un aumento del empleo.
El sector que más empleó en el último período es el agrícola, pero es también el sector que está vinculado al uso indiscriminado de agrotóxicos, quemas ilegales, trabajo esclavo, deforestación, trabajo infantil.
Eso en los datos estadísticos no aparece, solo aparecen los números que dicen que hay más empleo en el agro. Ni el gobierno ni los medios muestran qué tipo de empleos se crearon.
Este es un grave problema porque sabemos que los trabajadores rurales padecen todo tipo de atropellos, conocemos de cerca su realidad.
Muchos se acercan al sindicato para denunciar que los patrones ya no quieren pagar horas extra, que los hacen trabajar los domingos y los pagan como día normal y no les dan la comida, y un sinfín de etcéteras.
Los supuestos beneficios del agronegocio que el gobierno proclama son solo para los empresarios, porque para los trabajadores y trabajadoras, para el ambiente y para la sociedad en su conjunto sólo causan perjuicios.
Hay casos de municipios que albergan grandes productores de soja, el cultivo del momento, que tienen a su gente viviendo en casas de cartón. ¿Cómo es posible eso?
Se rompen récords en exportaciones que no se ven reflejados en el desarrollo de las comunidades donde operan las empresas del agronegocio. La mayoría de la población vive en la pobreza porque los procesos productivos de la soja están casi completamente mecanizados.
El campo brasilero está mecanizado, emplea mano de obra zafral y no fomenta el desarrollo social. La mecanización de la agricultura ha generado mucho desempleo.
Uno de los puntos que se modificaron con la reforma laboral refiere al descanso durante la jornada de trabajo. Las tareas rurales, en la agricultura, las que no son mecanizadas, son pesadas, muchas veces penosas e insalubres por eso se requiere de al menos una hora de reposo para el almuerzo y para recuperar energía.
Por otra parte la nueva normativa nos retrotrae a los años 80, cuando en el campo se trabajaba solo por el salario, sin derecho a la vivienda y a la alimentación y del salario se descontaban estos ítems, generando una deuda que ataba a los trabajadores y las trabajadoras.
En pleno siglo XXI, el gobierno Temer nos hace volver a la semiesclavitud.
-Sí. Hay un dato que dio el gobierno en estos días que tiene que ver con un aumento del empleo.
El sector que más empleó en el último período es el agrícola, pero es también el sector que está vinculado al uso indiscriminado de agrotóxicos, quemas ilegales, trabajo esclavo, deforestación, trabajo infantil.
Eso en los datos estadísticos no aparece, solo aparecen los números que dicen que hay más empleo en el agro. Ni el gobierno ni los medios muestran qué tipo de empleos se crearon.
Este es un grave problema porque sabemos que los trabajadores rurales padecen todo tipo de atropellos, conocemos de cerca su realidad.
Muchos se acercan al sindicato para denunciar que los patrones ya no quieren pagar horas extra, que los hacen trabajar los domingos y los pagan como día normal y no les dan la comida, y un sinfín de etcéteras.
Los supuestos beneficios del agronegocio que el gobierno proclama son solo para los empresarios, porque para los trabajadores y trabajadoras, para el ambiente y para la sociedad en su conjunto sólo causan perjuicios.
Hay casos de municipios que albergan grandes productores de soja, el cultivo del momento, que tienen a su gente viviendo en casas de cartón. ¿Cómo es posible eso?
Se rompen récords en exportaciones que no se ven reflejados en el desarrollo de las comunidades donde operan las empresas del agronegocio. La mayoría de la población vive en la pobreza porque los procesos productivos de la soja están casi completamente mecanizados.
El campo brasilero está mecanizado, emplea mano de obra zafral y no fomenta el desarrollo social. La mecanización de la agricultura ha generado mucho desempleo.
Uno de los puntos que se modificaron con la reforma laboral refiere al descanso durante la jornada de trabajo. Las tareas rurales, en la agricultura, las que no son mecanizadas, son pesadas, muchas veces penosas e insalubres por eso se requiere de al menos una hora de reposo para el almuerzo y para recuperar energía.
Por otra parte la nueva normativa nos retrotrae a los años 80, cuando en el campo se trabajaba solo por el salario, sin derecho a la vivienda y a la alimentación y del salario se descontaban estos ítems, generando una deuda que ataba a los trabajadores y las trabajadoras.
En pleno siglo XXI, el gobierno Temer nos hace volver a la semiesclavitud.
No bajar los brazos
Una grave crisis que es una gran oportunidad
-¿Cómo se prepara la CONTAR ante este nuevo escenario de explotación extrema?
-Toda situación difícil supone una posibilidad de luchar. No podemos quedar anémicos, quietos en un rincón lamentándonos sobre la leche derramada.
Hay que movilizarse, salir hacia los estados, conversar con los líderes sindicales locales, con los trabajadores y trabajadoras en la búsqueda de revertir esta situación desfavorable, desde la organización.
Este es el momento de convocar a la clase obrera, a los sindicatos a discutir los puntos de la reforma que significaron retrocesos en los derechos laborales.
Vamos a poner un abogado a disposición, dirigentes, activistas hombres y mujeres, que discutan y expongan con claridad la posibilidad de revertir muchas cosas. Creo que si vamos con ese espíritu, los trabajadores se van a unir a nosotros en esta lucha, no tengo dudas.
Estábamos en una falsa zona de confort. Con los políticos hay que estar siempre en estado de alerta. Este Congreso es la prueba de ello, y hay muchos que hacen 20 y 30 años que viven de la política. Estos parlamentarios fueron los que votaron esta reforma nefasta.
-Saben que en esta lucha la UITA está con ustedes, codo con codo.
-La UITA es una gran “parcera”. En esta nueva batalla que a la clase trabajadora de Brasil le toca enfrentar es una aliada estratégica que puede ayudar mucho para que este proceso se revierta.
Es una organización que conoce bien otras realidades, que no difieren mucho de la nuestra, y este tipo de batallas forman parte de la lucha para cambiar las cosas, para conquistar un mundo mejor.
Allá donde haya explotación habrá lucha, y donde haya opresión habrá resistencia. No vivo este proceso con desesperación sino como desafío y como enseñanza. Hicimos mal las cosas, tenemos gran responsabilidad en todo lo que está sucediendo. Muchos trabajadores votaron a los representantes que tenemos hoy en el Congreso.
Desde CONTAR estamos impulsando una campaña de concientización de los trabajadores y trabajadoras para las próximas elecciones. Trabajador vota trabajador, empresario, vota empresario.
En Brasil, el proceso democrático tiene un punto esencial: podemos cambiar las cosas si cambiamos a quiénes votamos. Aunque está complicado elegir porque los políticos en este país son como una cesta de fruta: todas tienen un machucón que invita a las moscas a descomponerlas.
De todas maneras, habrá que intentarlo.
-Toda situación difícil supone una posibilidad de luchar. No podemos quedar anémicos, quietos en un rincón lamentándonos sobre la leche derramada.
Hay que movilizarse, salir hacia los estados, conversar con los líderes sindicales locales, con los trabajadores y trabajadoras en la búsqueda de revertir esta situación desfavorable, desde la organización.
Este es el momento de convocar a la clase obrera, a los sindicatos a discutir los puntos de la reforma que significaron retrocesos en los derechos laborales.
Vamos a poner un abogado a disposición, dirigentes, activistas hombres y mujeres, que discutan y expongan con claridad la posibilidad de revertir muchas cosas. Creo que si vamos con ese espíritu, los trabajadores se van a unir a nosotros en esta lucha, no tengo dudas.
Estábamos en una falsa zona de confort. Con los políticos hay que estar siempre en estado de alerta. Este Congreso es la prueba de ello, y hay muchos que hacen 20 y 30 años que viven de la política. Estos parlamentarios fueron los que votaron esta reforma nefasta.
-Saben que en esta lucha la UITA está con ustedes, codo con codo.
-La UITA es una gran “parcera”. En esta nueva batalla que a la clase trabajadora de Brasil le toca enfrentar es una aliada estratégica que puede ayudar mucho para que este proceso se revierta.
Es una organización que conoce bien otras realidades, que no difieren mucho de la nuestra, y este tipo de batallas forman parte de la lucha para cambiar las cosas, para conquistar un mundo mejor.
Allá donde haya explotación habrá lucha, y donde haya opresión habrá resistencia. No vivo este proceso con desesperación sino como desafío y como enseñanza. Hicimos mal las cosas, tenemos gran responsabilidad en todo lo que está sucediendo. Muchos trabajadores votaron a los representantes que tenemos hoy en el Congreso.
Desde CONTAR estamos impulsando una campaña de concientización de los trabajadores y trabajadoras para las próximas elecciones. Trabajador vota trabajador, empresario, vota empresario.
En Brasil, el proceso democrático tiene un punto esencial: podemos cambiar las cosas si cambiamos a quiénes votamos. Aunque está complicado elegir porque los políticos en este país son como una cesta de fruta: todas tienen un machucón que invita a las moscas a descomponerlas.
De todas maneras, habrá que intentarlo.
Fotos: Gerardo Iglesias