05
Noviembre
2015
Con Willian Clementino
Trabajadores agrícolas y modelos de producción y consumo
Trabajadores agrícolas y modelos de producción y consumo
“Hay que construir conciencia social sobre el origen de los alimentos”
Gerardo Iglesias
Willian Clementino | Foto: Gerardo Iglesias
El vicepresidente de la Confederación Nacional de los Trabajadores de la Agricultura (CONTAG) celebró la realización del primer Congreso de Asalariados y Asalariadas Rurales y la fundación de la CONTAR. En diálogo con La Rel reflexionó también sobre la necesidad de un cambio de modelo de producción y sobre todo de un cambio cultural en el modo de consumo de los alimentos.
-¿Cómo evalúas este primer Congreso y la creación de la Confederación Nacional de Trabajadores y Asalariados Rurales (CONTAR)?
-Mi evaluación es muy positiva porque constituimos una organización de alcance nacional que velará por los intereses de los asalariados y asalariadas rurales y que va más allá de la defensa de los derechos laborales.
La CONTAR intentará fomentar políticas públicas que mejoren no solo las condiciones salariales de este colectivo sino también su acceso a sistemas de educación y salud de buena calidad.
Estas dos áreas son las que más precarizadas están y a las que habrá que prestar más atención. Considero también que la CONTAR tendrá que mediar en la relación entre los trabajadores rurales y agricultores con los demás segmentos de la sociedad.
-Sería un error mantener a la organización de los trabajadores rurales aislada del resto de los colectivos y sectores de la producción…
-Sí, sería un error. Desde la creación de la CONTAG estamos junto a los asalariados rurales y a los agricultores familiares. A pesar de que la nueva coyuntura parece estar separándonos, en realidad está fortaleciendo el trabajo en común.
CONTAR será una gran Confederación que sumará a la causa de la CONTAG.
-La conferencia nacional sobre seguridad alimentaria también aparece como un mojón importante.
-Sí, del 3 al 6 está teniendo lugar en Brasilia este espacio abierto a la sociedad civil para reflexionar sobre la alimentación de los brasileños, bajo el lema “Comida de verdad, en el campo y en la ciudad”.
Es un lema con el que personalmente discrepo, porque en realidad lo que Brasil y el mundo demandan no es “comida de verdad” sino una alimentación de calidad, nutritiva.
De todas formas es muy importante el contenido y la estrategia de debate de esta conferencia, organizada por el Consejo Nacional de la Seguridad Alimentaria (CONSEA), entidad muy respetada por la relevancia de sus políticas y por el ejemplo que es para otras organizaciones dentro y fuera de Brasil.
-Mi evaluación es muy positiva porque constituimos una organización de alcance nacional que velará por los intereses de los asalariados y asalariadas rurales y que va más allá de la defensa de los derechos laborales.
La CONTAR intentará fomentar políticas públicas que mejoren no solo las condiciones salariales de este colectivo sino también su acceso a sistemas de educación y salud de buena calidad.
Estas dos áreas son las que más precarizadas están y a las que habrá que prestar más atención. Considero también que la CONTAR tendrá que mediar en la relación entre los trabajadores rurales y agricultores con los demás segmentos de la sociedad.
-Sería un error mantener a la organización de los trabajadores rurales aislada del resto de los colectivos y sectores de la producción…
-Sí, sería un error. Desde la creación de la CONTAG estamos junto a los asalariados rurales y a los agricultores familiares. A pesar de que la nueva coyuntura parece estar separándonos, en realidad está fortaleciendo el trabajo en común.
CONTAR será una gran Confederación que sumará a la causa de la CONTAG.
-La conferencia nacional sobre seguridad alimentaria también aparece como un mojón importante.
-Sí, del 3 al 6 está teniendo lugar en Brasilia este espacio abierto a la sociedad civil para reflexionar sobre la alimentación de los brasileños, bajo el lema “Comida de verdad, en el campo y en la ciudad”.
Es un lema con el que personalmente discrepo, porque en realidad lo que Brasil y el mundo demandan no es “comida de verdad” sino una alimentación de calidad, nutritiva.
De todas formas es muy importante el contenido y la estrategia de debate de esta conferencia, organizada por el Consejo Nacional de la Seguridad Alimentaria (CONSEA), entidad muy respetada por la relevancia de sus políticas y por el ejemplo que es para otras organizaciones dentro y fuera de Brasil.
Un modelo inviable a largo plazo
Cambiar la cabeza
-¿Cómo ves que Brasil sea uno de los países que más utilizan agrotóxicos en la agricultura? ¿Hay conciencia sobre esto?
-Falta mucho todavía.
Los agricultores y los campesinos tendrán que rever la utilización de los venenos que muchos llaman agroquímicos y que sin dudas son altamente perjudiciales para la salud humana y de la tierra y cursos de agua.
Hay que tener en cuenta, por supuesto, que los agricultores familiares o los pequeños agricultores que utilizan los agrotóxicos han sido presionados para hacerlo. Existe una gran presión del propio sector agrícola y hasta del Estado para que se incremente la producción al costo que sea.
Los programas estatales como el Pronaf, que supuestamente promueven el desarrollo de la agricultura familiar, con los créditos que proporciona también marca cómo, cuándo y dónde deben los agricultores comprar los insumos para cultivar.
Eso es lamentable, porque los agricultores pierden soberanía. Todo les es impuesto, inclusive los fertilizantes.
El impacto de este modelo es muy negativo para la salud, para el ambiente, entre otras cosas. Hay datos de que cada brasileño consume en promedio cinco litros de agrotóxicos por año.
El índice de enfermos de cáncer es altísimo, pero no se hacen investigaciones sobre el tema porque las grandes corporaciones del agronegocio inciden directamente por presión financiera para que se mantenga la ignorancia sobre el tema.
-Falta mucho todavía.
Los agricultores y los campesinos tendrán que rever la utilización de los venenos que muchos llaman agroquímicos y que sin dudas son altamente perjudiciales para la salud humana y de la tierra y cursos de agua.
Hay que tener en cuenta, por supuesto, que los agricultores familiares o los pequeños agricultores que utilizan los agrotóxicos han sido presionados para hacerlo. Existe una gran presión del propio sector agrícola y hasta del Estado para que se incremente la producción al costo que sea.
Los programas estatales como el Pronaf, que supuestamente promueven el desarrollo de la agricultura familiar, con los créditos que proporciona también marca cómo, cuándo y dónde deben los agricultores comprar los insumos para cultivar.
Eso es lamentable, porque los agricultores pierden soberanía. Todo les es impuesto, inclusive los fertilizantes.
El impacto de este modelo es muy negativo para la salud, para el ambiente, entre otras cosas. Hay datos de que cada brasileño consume en promedio cinco litros de agrotóxicos por año.
El índice de enfermos de cáncer es altísimo, pero no se hacen investigaciones sobre el tema porque las grandes corporaciones del agronegocio inciden directamente por presión financiera para que se mantenga la ignorancia sobre el tema.
Sello de calidad
Aprender a diferenciar lo sano de lo dañino
-¿El puente que relacione la ciudad y el campo puede ser el consumo de alimentos saludables?
-Sin dudas. Es necesario dialogar y poner sobre el tapete este asunto. Sobre todo con la población urbana es preciso dar a conocer quiénes producen los alimentos y en qué condiciones esto es realizado.
Actualmente estamos luchando para que lo producido por agricultores familiares tenga un sello distintivo, para que los consumidores sepan que detrás de ese alimento hay un modelo de producción respetuoso del ambiente y de las relaciones laborales diferenciadas, el conjunto de la familia, que es un alimento producido bajo ciertos estándares de calidad, más colectivamente.
Hay que construir conciencia social sobre el origen de los alimentos, comenzando con los niños.
Tenemos que elaborar una nueva forma de comunicarnos con los pobladores de las ciudades de manera que entiendan nuestra situación, sin generar conflicto y rechazo. Ya es tiempo de comenzar esta reconstrucción.
-Sin dudas. Es necesario dialogar y poner sobre el tapete este asunto. Sobre todo con la población urbana es preciso dar a conocer quiénes producen los alimentos y en qué condiciones esto es realizado.
Actualmente estamos luchando para que lo producido por agricultores familiares tenga un sello distintivo, para que los consumidores sepan que detrás de ese alimento hay un modelo de producción respetuoso del ambiente y de las relaciones laborales diferenciadas, el conjunto de la familia, que es un alimento producido bajo ciertos estándares de calidad, más colectivamente.
Hay que construir conciencia social sobre el origen de los alimentos, comenzando con los niños.
Tenemos que elaborar una nueva forma de comunicarnos con los pobladores de las ciudades de manera que entiendan nuestra situación, sin generar conflicto y rechazo. Ya es tiempo de comenzar esta reconstrucción.