16
Noviembre
2015
Con Patricio Sambonino, del Sask
“El poder del gran capital está intacto”
En São Paulo, Gerardo Iglesias
Patricio Sambonino
Representante para América Latina del Centro de Solidaridad Sindical de Finlandia (SASK), Sambonino charló con La Rel sobre la situación del movimiento sindical en el citado país y Holanda, el ataque al Estado de bienestar en Europa y los desafíos que enfrenta el sindicalismo en todo el planeta, especialmente en América Latina.
-¿Cómo analizas la situación política en Finlandia?
-Aunque no soy un experto puedo comentar lo que veo. Lo que pasa en Finlandia también se ve en Holanda y en otros países.
El movimiento sindical está bajo ataque en toda Europa, no sólo con el objetivo de recortar beneficios sociales sino de destruir las reglas del juego en que se han basado.
La política de consenso, de diálogo tripartito, que durante tanto tiempo fue hegemónica, parece que ya no va más. Las derechas ahora buscan fomentar leyes a ser aprobadas por una mayoría y no apuntan al consenso.
En Finlandia, desde junio-julio el grupo de Los Verdaderos Finlandeses ha llegado al gobierno y está promoviendo políticas de recortes, de ataques a los derechos sociales, y de miedo.
El problema mayor es que esas políticas cuentan con el apoyo de instituciones supranacionales europeas como el Banco Central Europeo, que en última instancia decide sobre la vida de los países.
-Finlandia tiene una muy alta tasa de sindicalización, pero eso parece que no se demuestra en las calles…
-Es algo común a los países nórdicos en general. En Finlandia la tasa de sindicalización es del 70 por ciento, y la cobertura de la negociación colectiva para todos los trabajadores, sindicalizados o no, es del 92 por ciento, pero hay una gran diferencia entre tener afiliados y tener sindicalizados. Los que salen a las calles son estos segundos.
El caso de la Federación de Sindicatos Nacionales (FNV) holandesa es ilustrativo. Salió a protestar tras el bombardeo del gobierno a muchas de las conquistas sociales, pero de su millón largo de afiliados movilizó a muy pocos, menos del 20 por ciento.
Considero que los procesos de negociación colectiva no pueden quedar en pocas manos, en manos de especialistas. Se necesita de una movilización general.
Por otra parte, una alta tasa de sindicalización no sirve de mucho si no contribuye a generar cambios en la sociedad. Un movimiento sindical activo debe ser capaz de generar cambios.
-¿Se puede decir que el Estado de bienestar adormeció a los sindicatos?
-En cierta manera sí. Vemos que el Estado de bienestar es una construcción que está siendo desmantelada.
Cuando alguien como el ministro de Trabajo español dice que los trabajadores de su país son perezosos y piensa que deberían ser como los chinos te das cuenta hacia dónde van los tiros.
La derecha y sectores del poder ven al Estado de bienestar como una amenaza a la competitividad de los países, piensan que les da demasiado a los trabajadores.
-No sé si los jóvenes tienen claro que las conquistas sociales de las que gozan son producto de una lucha histórica. ¿Ha habido una mala transmisión de memoria?
-Sin duda. Tampoco la gente de 50 años es consciente de eso.
-¿Por qué caminos hay que andar para cambiar esta historia?
-En América Latina lo que hemos llamado la década ganada, de crecimiento acompañado de aumento de derechos sociales, molestó al gran capital, que no sólo concentra dinero sino poder y no ve con buenos ojos que los trabajadores se lo disputen.
El problema es que crecimos pero no distribuimos, y la distribución tiene que ver con poder.
-Insisto con la pregunta anterior…
-Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que en la región se han movido estructuras. La mala es que no hay recetas para cambiar esta historia, debemos transitar caminos según las realidades de cada país.
Me atrevo a decir que lo que necesitamos los militantes sindicales es comprender más lo que pasa en el contexto. Comprender para comprometerse.
Lo segundo es que necesitamos ampliar la base, primero en lo interno y luego hacia otros sectores de la sociedad. Hay otros movimientos sociales que tienen propuestas muy interesantes con los cuales debemos marchar juntos.
-También debemos asumir que estamos en una situación delicada, en todo el mundo.
-Los dos elementos fuertes de la última década en América Latina fueron el crecimiento económico y un liderazgo político fuerte. Ambos elementos ya no están.
La gran pregunta es hasta qué grado nuestros gobiernos son rehenes del sistema actual.
El poder del gran capital está intacto. Es cierto también que América Latina hizo un giro e instaló una nueva forma de pensar el mundo, y que eso molesta a los poderes conservadores. Tenemos que ser autocríticos, pero eso no lo podemos olvidar.
-Aunque no soy un experto puedo comentar lo que veo. Lo que pasa en Finlandia también se ve en Holanda y en otros países.
El movimiento sindical está bajo ataque en toda Europa, no sólo con el objetivo de recortar beneficios sociales sino de destruir las reglas del juego en que se han basado.
La política de consenso, de diálogo tripartito, que durante tanto tiempo fue hegemónica, parece que ya no va más. Las derechas ahora buscan fomentar leyes a ser aprobadas por una mayoría y no apuntan al consenso.
En Finlandia, desde junio-julio el grupo de Los Verdaderos Finlandeses ha llegado al gobierno y está promoviendo políticas de recortes, de ataques a los derechos sociales, y de miedo.
El problema mayor es que esas políticas cuentan con el apoyo de instituciones supranacionales europeas como el Banco Central Europeo, que en última instancia decide sobre la vida de los países.
-Finlandia tiene una muy alta tasa de sindicalización, pero eso parece que no se demuestra en las calles…
-Es algo común a los países nórdicos en general. En Finlandia la tasa de sindicalización es del 70 por ciento, y la cobertura de la negociación colectiva para todos los trabajadores, sindicalizados o no, es del 92 por ciento, pero hay una gran diferencia entre tener afiliados y tener sindicalizados. Los que salen a las calles son estos segundos.
El caso de la Federación de Sindicatos Nacionales (FNV) holandesa es ilustrativo. Salió a protestar tras el bombardeo del gobierno a muchas de las conquistas sociales, pero de su millón largo de afiliados movilizó a muy pocos, menos del 20 por ciento.
Considero que los procesos de negociación colectiva no pueden quedar en pocas manos, en manos de especialistas. Se necesita de una movilización general.
Por otra parte, una alta tasa de sindicalización no sirve de mucho si no contribuye a generar cambios en la sociedad. Un movimiento sindical activo debe ser capaz de generar cambios.
-¿Se puede decir que el Estado de bienestar adormeció a los sindicatos?
-En cierta manera sí. Vemos que el Estado de bienestar es una construcción que está siendo desmantelada.
Cuando alguien como el ministro de Trabajo español dice que los trabajadores de su país son perezosos y piensa que deberían ser como los chinos te das cuenta hacia dónde van los tiros.
La derecha y sectores del poder ven al Estado de bienestar como una amenaza a la competitividad de los países, piensan que les da demasiado a los trabajadores.
-No sé si los jóvenes tienen claro que las conquistas sociales de las que gozan son producto de una lucha histórica. ¿Ha habido una mala transmisión de memoria?
-Sin duda. Tampoco la gente de 50 años es consciente de eso.
-¿Por qué caminos hay que andar para cambiar esta historia?
-En América Latina lo que hemos llamado la década ganada, de crecimiento acompañado de aumento de derechos sociales, molestó al gran capital, que no sólo concentra dinero sino poder y no ve con buenos ojos que los trabajadores se lo disputen.
El problema es que crecimos pero no distribuimos, y la distribución tiene que ver con poder.
-Insisto con la pregunta anterior…
-Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que en la región se han movido estructuras. La mala es que no hay recetas para cambiar esta historia, debemos transitar caminos según las realidades de cada país.
Me atrevo a decir que lo que necesitamos los militantes sindicales es comprender más lo que pasa en el contexto. Comprender para comprometerse.
Lo segundo es que necesitamos ampliar la base, primero en lo interno y luego hacia otros sectores de la sociedad. Hay otros movimientos sociales que tienen propuestas muy interesantes con los cuales debemos marchar juntos.
-También debemos asumir que estamos en una situación delicada, en todo el mundo.
-Los dos elementos fuertes de la última década en América Latina fueron el crecimiento económico y un liderazgo político fuerte. Ambos elementos ya no están.
La gran pregunta es hasta qué grado nuestros gobiernos son rehenes del sistema actual.
El poder del gran capital está intacto. Es cierto también que América Latina hizo un giro e instaló una nueva forma de pensar el mundo, y que eso molesta a los poderes conservadores. Tenemos que ser autocríticos, pero eso no lo podemos olvidar.
Fotos: Gerardo Iglesias