26
Septiembre
2016
Con Manuel Bonmati
“El movimiento obrero es un ejército con la pólvora mojada”
En Madrid, Gerardo Iglesias
Manuel Bonmati | Foto: Gerardo Iglesias
A la hora de pasar a otro puesto de lucha, como a él le gusta decir para referirse a su retiro, Manuel Bonmati, ex secretario de Política Internacional de UGT, compañero y amigo, repasa su vida dedicada al sindicalismo y opina sobre las políticas que el movimiento obrero mundial y los partidos de izquierda deberían asumir para pasar nuevamente a la ofensiva.
-¿Qué es lo que ha cambiado en el movimiento sindical en el mundo, para bien y para mal?
-Para bien el movimiento sindical es una realidad más palpable que antes en términos mundiales. Hay más organizaciones sindicales y más trabajadores afiliados.
En términos mundiales tenemos un ejército, la Confederación Sindical Internacional (CSI), representa a 180 millones de trabajadores y trabajadoras.
Como déficit debo decir que nuestro ejército está desarmado, o con la pólvora mojada.
¿Qué nos falta? Construir nervios y músculos para ese cuerpo y esto está muy vinculado a la situación de la izquierda en términos generales.
Antes teníamos las cosas más claras, sabíamos quién era el enemigo. Había partidos de izquierda que lo tenían claro y desde el movimiento obrero jugábamos nuestro papel.
Hoy la izquierda está diluida. ¿Por una crisis ideológica? No, porque de ser así tendríamos que afirmar que los viejos valores de la izquierda no sirven para las sociedades modernas.
Significaría que tenemos que dejar de lado conceptos como solidaridad, justicia social, redistribución de la riqueza.
Estoy convencido de que estos valores permanecen vigentes, y por lo tanto la crisis de la izquierda responde a una falta de respuesta estratégica al nuevo capitalismo.
-Para bien el movimiento sindical es una realidad más palpable que antes en términos mundiales. Hay más organizaciones sindicales y más trabajadores afiliados.
En términos mundiales tenemos un ejército, la Confederación Sindical Internacional (CSI), representa a 180 millones de trabajadores y trabajadoras.
Como déficit debo decir que nuestro ejército está desarmado, o con la pólvora mojada.
¿Qué nos falta? Construir nervios y músculos para ese cuerpo y esto está muy vinculado a la situación de la izquierda en términos generales.
Antes teníamos las cosas más claras, sabíamos quién era el enemigo. Había partidos de izquierda que lo tenían claro y desde el movimiento obrero jugábamos nuestro papel.
Hoy la izquierda está diluida. ¿Por una crisis ideológica? No, porque de ser así tendríamos que afirmar que los viejos valores de la izquierda no sirven para las sociedades modernas.
Significaría que tenemos que dejar de lado conceptos como solidaridad, justicia social, redistribución de la riqueza.
Estoy convencido de que estos valores permanecen vigentes, y por lo tanto la crisis de la izquierda responde a una falta de respuesta estratégica al nuevo capitalismo.
Recuperar los valores de la izquierda
El nuevo capitalismo necesita quien se le enfrente
-Pero se registra una profunda crisis ideológica, por ejemplo en el Partido Socialista francés, que hace una reforma laboral que ni la derecha se hubiera atrevido a realizar…
-Me refería a los valores en los que la izquierda ha creído toda la vida. Por eso reafirmo que el problema es la disolución del compromiso con esos valores y una adaptación conveniente al sistema actual, una mayor institucionalización de los partidos, que los ha alejado de las bases; una falta de respuesta estratégica para la nueva evolución del sistema económico capitalista.
Hoy en día la mayoría de las decisiones que afectan a los trabajadores no se toman en sus países de origen. Se toman muy lejos. Hasta el propio sistema capitalista es consciente de esto, y propicia procesos de integración económicos supranacionales o regionales.
No tenemos respuesta de la izquierda para esto. La derecha y las clases dominantes nos ganan porque tienen muy claro lo que quieren: lo que siempre han tenido, es decir, que la riqueza esté más en sus manos y menos en las manos de quienes la producen, o sea los trabajadores y las trabajadoras.
Pero la lucha por un mundo y una sociedad distinta donde el hombre no esté dominado por el hombre, por conceptos democráticos más claros, más amplios, nunca terminará.
Para poder enfrentarla con mayor eficacia tenemos que tener bien claro cuál es el nuevo escenario montado por las clases dominantes y responder a esta realidad con una estrategia a mediano plazo que nos permita volver a agrupar fuerzas para poder dar batalla.
Y que esa batalla no se limite al centro de trabajo sino que alcance a toda la sociedad y a la esfera supranacional. Lo que pasa es que el movimiento obrero no está actuando como un ejército.
-Me refería a los valores en los que la izquierda ha creído toda la vida. Por eso reafirmo que el problema es la disolución del compromiso con esos valores y una adaptación conveniente al sistema actual, una mayor institucionalización de los partidos, que los ha alejado de las bases; una falta de respuesta estratégica para la nueva evolución del sistema económico capitalista.
Hoy en día la mayoría de las decisiones que afectan a los trabajadores no se toman en sus países de origen. Se toman muy lejos. Hasta el propio sistema capitalista es consciente de esto, y propicia procesos de integración económicos supranacionales o regionales.
No tenemos respuesta de la izquierda para esto. La derecha y las clases dominantes nos ganan porque tienen muy claro lo que quieren: lo que siempre han tenido, es decir, que la riqueza esté más en sus manos y menos en las manos de quienes la producen, o sea los trabajadores y las trabajadoras.
Pero la lucha por un mundo y una sociedad distinta donde el hombre no esté dominado por el hombre, por conceptos democráticos más claros, más amplios, nunca terminará.
Para poder enfrentarla con mayor eficacia tenemos que tener bien claro cuál es el nuevo escenario montado por las clases dominantes y responder a esta realidad con una estrategia a mediano plazo que nos permita volver a agrupar fuerzas para poder dar batalla.
Y que esa batalla no se limite al centro de trabajo sino que alcance a toda la sociedad y a la esfera supranacional. Lo que pasa es que el movimiento obrero no está actuando como un ejército.
La emergencia de Podemos
“Un revulsivo que debe definir su identidad”
-La nueva izquierda española, ¿te representa?
-Primero hay que valorar la irrupción de Podemos: ha servido como revulsivo, para poner sobre la mesa problemas que estaban siendo ocultados y para los cuales no había respuesta adecuada. Por tanto bienvenido sea.
El problema viene por la falta de claridad ideológica y política de Podemos, porque ellos nacen con una serie de afirmaciones que tienen que ser puestas en cuestión.
Dicen por ejemplo que no hay que ser de derecha o de izquierda, que el problema son los de abajo y los de arriba, que el mensaje que hay que dar es horizontal, dirigido hacia toda la ciudadanía.
Sin embargo, mientras exista el sistema económico capitalista, existirán conflictos de clase, intereses de clase y por tanto clases distintas y diferentes conceptos de abordar estas cuestiones.
Existirán también opciones de izquierda y de derecha.
Por otro lado, Podemos es un espacio con muchas divisiones internas. Hay sectores con un concepto muy genérico, muy amplio, y alejado de un discurso de izquierda y otros que son todo lo contrario. Es también un partido muy joven que necesita tiempo para clarificar ciertos conceptos.
Lo que sí me parece chocante y contradictorio en Podemos es que el enemigo principal no sea la derecha española sino la izquierda socialista.
En España se ha terminado el bipartidismo, y las coaliciones son necesarias para poder gobernar el país. Podemos sólo puede aspirar a formar coalición con el Partido Socialista. De lo contrario siempre ganará la derecha.
-Primero hay que valorar la irrupción de Podemos: ha servido como revulsivo, para poner sobre la mesa problemas que estaban siendo ocultados y para los cuales no había respuesta adecuada. Por tanto bienvenido sea.
El problema viene por la falta de claridad ideológica y política de Podemos, porque ellos nacen con una serie de afirmaciones que tienen que ser puestas en cuestión.
Dicen por ejemplo que no hay que ser de derecha o de izquierda, que el problema son los de abajo y los de arriba, que el mensaje que hay que dar es horizontal, dirigido hacia toda la ciudadanía.
Sin embargo, mientras exista el sistema económico capitalista, existirán conflictos de clase, intereses de clase y por tanto clases distintas y diferentes conceptos de abordar estas cuestiones.
Existirán también opciones de izquierda y de derecha.
Por otro lado, Podemos es un espacio con muchas divisiones internas. Hay sectores con un concepto muy genérico, muy amplio, y alejado de un discurso de izquierda y otros que son todo lo contrario. Es también un partido muy joven que necesita tiempo para clarificar ciertos conceptos.
Lo que sí me parece chocante y contradictorio en Podemos es que el enemigo principal no sea la derecha española sino la izquierda socialista.
En España se ha terminado el bipartidismo, y las coaliciones son necesarias para poder gobernar el país. Podemos sólo puede aspirar a formar coalición con el Partido Socialista. De lo contrario siempre ganará la derecha.
Extrañaré a mis amigos
Pero seguiré comprometido con la causa
-Ahora que te dedicarás a otras cuestiones, ¿qué vas a extrañar?
-A mis amigos, sobre todo porque después de 30 años de dedicación casi total al sindicalismo he forjado una fuerte y gran red de amistades y de personas muy queridas alrededor del mundo.
Cuando uno se retira del trabajo activo, inexorablemente se aleja del contacto físico con los amigos y eso es lo que echaré de menos. De todas maneras seguiré comprometido con las causas por las que he vivido, aunque no sea lo mismo estar en la primera fila que en la tercera.
Desde mi lugar siempre apoyaré y defenderé los intereses de la clase trabajadora, no solo desde el terreno estrictamente sindical sino desde el ideológico, para aunar esfuerzos, aclarar estrategias, armar con argumentos y doctrinas e ideología a ese ejército para seguir avanzando la transformación del injusto sistema capitalista.
-¿Qué cosas quedaron en el debe?
-Que se solucionaran dos grandes conflictos: el árabe-israelí y otro que afecta a España pero es completamente ignorado por la comunidad internacional, el saharaui, que mantiene miles y miles de refugiados en el desierto del Sahara.
Si estas dos grandes cuestiones se hubiesen solucionado me retiraría con un plus de felicidad.
-¿Cuáles son las cosas positivas que te llevas en la mochila?
-Haber formado parte del movimiento obrero. Soy hijo de obreros, de una familia numerosa donde el principio de solidaridad era una necesidad de supervivencia.
Por influencia de mi madre, por el tipo de educación ante la vida que mi madre me dio, mi compromiso con el socialismo me llevó a militar en la Unión General de Trabajadores.
Me voy con la alegría de saberme afortunado por haber trabajado por lo que creo.
No sé si he logrado cambiar alguna cosa, quizá muy poco, pero he contribuido a poner un grano de arena en la lucha por defender los derechos de mi clase trabajadora.
De eso estoy seguro.
-A mis amigos, sobre todo porque después de 30 años de dedicación casi total al sindicalismo he forjado una fuerte y gran red de amistades y de personas muy queridas alrededor del mundo.
Cuando uno se retira del trabajo activo, inexorablemente se aleja del contacto físico con los amigos y eso es lo que echaré de menos. De todas maneras seguiré comprometido con las causas por las que he vivido, aunque no sea lo mismo estar en la primera fila que en la tercera.
Desde mi lugar siempre apoyaré y defenderé los intereses de la clase trabajadora, no solo desde el terreno estrictamente sindical sino desde el ideológico, para aunar esfuerzos, aclarar estrategias, armar con argumentos y doctrinas e ideología a ese ejército para seguir avanzando la transformación del injusto sistema capitalista.
-¿Qué cosas quedaron en el debe?
-Que se solucionaran dos grandes conflictos: el árabe-israelí y otro que afecta a España pero es completamente ignorado por la comunidad internacional, el saharaui, que mantiene miles y miles de refugiados en el desierto del Sahara.
Si estas dos grandes cuestiones se hubiesen solucionado me retiraría con un plus de felicidad.
-¿Cuáles son las cosas positivas que te llevas en la mochila?
-Haber formado parte del movimiento obrero. Soy hijo de obreros, de una familia numerosa donde el principio de solidaridad era una necesidad de supervivencia.
Por influencia de mi madre, por el tipo de educación ante la vida que mi madre me dio, mi compromiso con el socialismo me llevó a militar en la Unión General de Trabajadores.
Me voy con la alegría de saberme afortunado por haber trabajado por lo que creo.
No sé si he logrado cambiar alguna cosa, quizá muy poco, pero he contribuido a poner un grano de arena en la lucha por defender los derechos de mi clase trabajadora.
De eso estoy seguro.