09
Junio
2017
Intervención de Enrique Terny en el 70 aniversario del SATIF
“Debemos volver a las fuentes del sindicalismo”
Gerardo Iglesias
Enrique Terny | Foto: Gerardo Iglesias
En la celebración del 70 aniversario del Sindicato Argentino de Trabajadores de la Industria Fideera (SATIF), el 26 de mayo en Mar del Plata, su secretario general, Enrique Terny, trazó un panorama de la situación del sector en su país y de las perspectivas del gremio. La Rel transcribe partes sustanciales de su intervención.
Desde 1947, a pesar de los problemas institucionales del país hemos conquistado derechos, mantenido la vigencia del convenio colectivo, ampliado el patrimonio del Sindicato.
En el último año inauguramos la sede propia de la obra social y la estamos remodelando.
Mayo es un mes de negociaciones salariales, en condiciones más duras que las que han tenido lugar en los últimos años.
Los empleadores hablan de una crisis del sector, y es parcialmente cierto, pero también lo es que la crisis ha sido generada en parte por la propia industria.
Los patrones se están colgando a las previsiones del gobierno sobre la inflación para fijar topes a los aumentos salariales. Dicen que la inflación será del 17 por ciento, cuando todos sabemos que esa cifra está por debajo de la realidad.
Estamos ante un gobierno que no ha generado puestos de trabajo, que modificó las tarifas de todos los servicios públicos y de los combustibles, que aumentó los impuestos y les dio carta libre a los empresarios para que suban los precios sin control.
Argentina, por tradición, por producción y por nivel de calidad, es uno de los grandes en el sector de la pasta.
Con un consumo de 9,1 kilos por persona y por año (7,5 de pastas frescas y 1,6 de pastas secas) somos el sexto consumidor mundial; en el mundo se produce 14 millones de toneladas anuales de pastas secas, ubicándonos en el octavo
lugar; competimos sin estímulos frente a países comercialmente muy agresivos y altamente subsidiados.
El mercado interno está disputado por tres empresas: Molinos Río de la Plata, Molinos, Tres Arroyos y Complejo Alimenticio San Salvador, que a pesar de la caída global de las ventas han aumentado enormemente su producción (40 por ciento desde 2011) a partir de una gran inversión en tecnología.
Ese fenómeno ha ahogado a un montón de pequeñas y medianas empresas, que además, en muchos casos, elaboran productos de calidad superior a los elaborados por las grandes.
Cuando yo entré a la industria, en 1958, la cantidad de moldes de producción daba para hacer 101 variedades. Hoy hay empresas que se asombran si llegan a cinco. Esto ha agravado la crisis, y es una opción de los empresarios.
En el último año inauguramos la sede propia de la obra social y la estamos remodelando.
Mayo es un mes de negociaciones salariales, en condiciones más duras que las que han tenido lugar en los últimos años.
Los empleadores hablan de una crisis del sector, y es parcialmente cierto, pero también lo es que la crisis ha sido generada en parte por la propia industria.
Los patrones se están colgando a las previsiones del gobierno sobre la inflación para fijar topes a los aumentos salariales. Dicen que la inflación será del 17 por ciento, cuando todos sabemos que esa cifra está por debajo de la realidad.
Estamos ante un gobierno que no ha generado puestos de trabajo, que modificó las tarifas de todos los servicios públicos y de los combustibles, que aumentó los impuestos y les dio carta libre a los empresarios para que suban los precios sin control.
Argentina, por tradición, por producción y por nivel de calidad, es uno de los grandes en el sector de la pasta.
Con un consumo de 9,1 kilos por persona y por año (7,5 de pastas frescas y 1,6 de pastas secas) somos el sexto consumidor mundial; en el mundo se produce 14 millones de toneladas anuales de pastas secas, ubicándonos en el octavo
lugar; competimos sin estímulos frente a países comercialmente muy agresivos y altamente subsidiados.
El mercado interno está disputado por tres empresas: Molinos Río de la Plata, Molinos, Tres Arroyos y Complejo Alimenticio San Salvador, que a pesar de la caída global de las ventas han aumentado enormemente su producción (40 por ciento desde 2011) a partir de una gran inversión en tecnología.
Ese fenómeno ha ahogado a un montón de pequeñas y medianas empresas, que además, en muchos casos, elaboran productos de calidad superior a los elaborados por las grandes.
Cuando yo entré a la industria, en 1958, la cantidad de moldes de producción daba para hacer 101 variedades. Hoy hay empresas que se asombran si llegan a cinco. Esto ha agravado la crisis, y es una opción de los empresarios.
El movimiento obrero
Sus problemas y desafíos
El movimiento obrero, a la larga, no tendrá otra alternativa que descartar el modelo actual.
El SATIF no es grande numéricamente: apenas unos 3.000 trabajadores en todo el país, la mayor parte en el sector de pastas frescas.
Somos grandes, sí, por la tradición de lucha que tenemos, esa tradición que debemos proteger y engrandecer.
Tenemos que volver a las fuentes del “viejo sindicalismo argentino”, manteniendo los principios básicos de unidad, solidaridad y organización.
No sólo no debemos retroceder sino que tenemos que luchar por mejorar la distribución de la riqueza y por la construcción de un orden social más justo y humanitario, que no tenga como valores la búsqueda de la rentabilidad sino la igualdad, dando contención a los sectores sociales más vulnerables y desfavorecidos, terminando con la pobreza y la marginación.
¡Que así sea!
El SATIF no es grande numéricamente: apenas unos 3.000 trabajadores en todo el país, la mayor parte en el sector de pastas frescas.
Somos grandes, sí, por la tradición de lucha que tenemos, esa tradición que debemos proteger y engrandecer.
Tenemos que volver a las fuentes del “viejo sindicalismo argentino”, manteniendo los principios básicos de unidad, solidaridad y organización.
No sólo no debemos retroceder sino que tenemos que luchar por mejorar la distribución de la riqueza y por la construcción de un orden social más justo y humanitario, que no tenga como valores la búsqueda de la rentabilidad sino la igualdad, dando contención a los sectores sociales más vulnerables y desfavorecidos, terminando con la pobreza y la marginación.
¡Que así sea!