12
Octubre
2016
Con Wilson Vidoto
“Al movimiento obrero brasileño le falta convicción…”
…Y a los políticos, vergüenza
En Praia Grande, Gerardo Iglesias
Wilson Vidoto | Foto: Gerardo Iglesias
En Brasil llegó el momento de dar batalla para recuperar los derechos perdidos y evitar que el país se convierta en el patio trasero de las transnacionales, dijo a La Rel Wilson Vidoto, presidente del Sindicato de Trabajadores de las Industrias de Alimentación de Marília y Región.
-Desde afuera puede apreciarse que este es un momento bastante complicado para el movimiento sindical brasileño ¿Es realmente así?
-Hay algunos dirigentes sindicales que están acobardados por lo que puede pasar, y también muchos trabajadores.
Hay miedo, si miras aquí en este encuentro, los que ves son rostros que reflejan miedo.
No estoy de acuerdo con ser hombres bomba, pero menos aún en escondernos.
Hay que salir a decirle a este gobierno que ya no vamos a aguantar más tantos atropellos, que no vamos a pagar lo que estamos pagando de impuestos en detrimento de los puestos de trabajo.
No aceptamos pagar más por cargos políticos que luego van contra los trabajadores, las trabajadoras y los jubilados y jubiladas.
El Congreso debe dar respuestas a la sociedad, algo que no se soluciona con la destitución de Dilma Rousseff o de Michel Temer.
Esto solo tendrá un asomo de solucionarse cuando nuestros representantes en las cámaras tengan un mínimo de vergüenza y comiencen a defender al pueblo, los derechos de los trabajadores, que son blanco permanente de las embestidas patronales.
Hoy tenemos un Congreso que está defendiendo las riquezas de los grandes capitales transnacionales y especuladores que se están quedando con todo, con nuestras empresas, con nuestras tierras, con nuestra agua.
Brasil se viene transformando en una colcha de retazos y si no se frena este proceso de extranjerización extrema ya no se podrá llamar nación, pues se transformará en el patio trasero de los grandes capitales.
O los brasileños tomamos conciencia y comenzamos a tener algo de vergüenza o vamos a sucumbir, a perder lo poco de dignidad que nos queda.
-Hay algunos dirigentes sindicales que están acobardados por lo que puede pasar, y también muchos trabajadores.
Hay miedo, si miras aquí en este encuentro, los que ves son rostros que reflejan miedo.
No estoy de acuerdo con ser hombres bomba, pero menos aún en escondernos.
Hay que salir a decirle a este gobierno que ya no vamos a aguantar más tantos atropellos, que no vamos a pagar lo que estamos pagando de impuestos en detrimento de los puestos de trabajo.
No aceptamos pagar más por cargos políticos que luego van contra los trabajadores, las trabajadoras y los jubilados y jubiladas.
El Congreso debe dar respuestas a la sociedad, algo que no se soluciona con la destitución de Dilma Rousseff o de Michel Temer.
Esto solo tendrá un asomo de solucionarse cuando nuestros representantes en las cámaras tengan un mínimo de vergüenza y comiencen a defender al pueblo, los derechos de los trabajadores, que son blanco permanente de las embestidas patronales.
Hoy tenemos un Congreso que está defendiendo las riquezas de los grandes capitales transnacionales y especuladores que se están quedando con todo, con nuestras empresas, con nuestras tierras, con nuestra agua.
Brasil se viene transformando en una colcha de retazos y si no se frena este proceso de extranjerización extrema ya no se podrá llamar nación, pues se transformará en el patio trasero de los grandes capitales.
O los brasileños tomamos conciencia y comenzamos a tener algo de vergüenza o vamos a sucumbir, a perder lo poco de dignidad que nos queda.
Las debilidades al desnudo
Un movimiento amenazado desde adentro
-El gobierno y los empresarios conocen las debilidades del movimiento sindical y se valen de ellas para actuar con más firmeza…
-¡Claro! Son sabedores de que nuestro talón de Aquiles es nuestra propia cobardía para enfrentar determinadas batallas.
El caso del Sindicato de Marília contra la transnacional Femsa fue una lucha que tuvimos que librar prácticamente solos, porque el resto de los sindicatos aceptó lo ofrecido por la transnacional.
Nosotros pudimos enfrentarnos a este gigante porque dimos la pelea y contamos con la Rel-UITA, con la Felatrac y en lo local con la Fetiasp, pero el resto de las organizaciones de base acordaron con la empresa por temor, los paralizó el miedo del no se puede, el miedo a perder puestos de trabajo, miedo a las amenazas que realizan las compañías.
Estamos aislados, porque la mayoría de los sindicatos han sucumbido al miedo.
Es necesaria una autocrítica: nos falta iniciativa y convicción para encarar tanto las pequeñas luchas cotidianas como las grandes batallas, como ésta que hay que dar con urgencia y eficacia contra un Congreso conservador y enemigo de la clase obrera.
-¡Claro! Son sabedores de que nuestro talón de Aquiles es nuestra propia cobardía para enfrentar determinadas batallas.
El caso del Sindicato de Marília contra la transnacional Femsa fue una lucha que tuvimos que librar prácticamente solos, porque el resto de los sindicatos aceptó lo ofrecido por la transnacional.
Nosotros pudimos enfrentarnos a este gigante porque dimos la pelea y contamos con la Rel-UITA, con la Felatrac y en lo local con la Fetiasp, pero el resto de las organizaciones de base acordaron con la empresa por temor, los paralizó el miedo del no se puede, el miedo a perder puestos de trabajo, miedo a las amenazas que realizan las compañías.
Estamos aislados, porque la mayoría de los sindicatos han sucumbido al miedo.
Es necesaria una autocrítica: nos falta iniciativa y convicción para encarar tanto las pequeñas luchas cotidianas como las grandes batallas, como ésta que hay que dar con urgencia y eficacia contra un Congreso conservador y enemigo de la clase obrera.