15
Julio
2016
Argentina | Sindicatos | TABACO

“A la empresa no le importa nada, y cierra cuando quiere”

En Buenos Aires, Gerardo Iglesias
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Aurora Cuevas

Nacida en Rosario de Lerma, a 30 kilómetros de la ciudad de Salta, en la provincia homónima, Aurora trabajó en la fábrica local de la tabacalera Massalin (Philip Morris) entre 1977 y 1990, año en que la empresa cerró la fábrica en esa localidad, obligándola a migrar a la capital.
Tiene 59 años y trabajó en el sector desde los 20. Actualmente es secretaria de actas de la Federación de Trabajadores Tabacaleros de la República Argentina.

En diálogo con La Rel, Aurora recuerda el cierre de la planta de su ciudad y las circunstancias que cíclicamente parecen repetirse.

-¿Te acordás cómo se dio el cierre en 1990?
-Nos advirtieron que tenían problemas porque el gobierno había aumentado los impuestos a los cigarrillos y no cedía ante el reclamo de los empresarios, exactamente igual que lo que está pasando ahora.

Luego la empresa dijo que iba a cerrar, sin previa comunicación al Sindicato. Allí comenzamos las guardias gremiales como forma de protesta. Luego ocupamos la planta, hasta que la empresa nos dijo que se iba a solucionar la situación. Cuando abandonamos el local y nos fuimos a casa, de la noche a la mañana cerraron y no nos dejaron ingresar más.

En un fin de semana vaciaron la fábrica, sacaron todas las máquinas, algunas las rompieron a propósito y las vendieron como chatarra.

-¿Qué fue lo que más te impactó de eso?
-Fue terrible, un balde de agua fría. Recuerdo que había compañeros que tenían 6, 7 hijos y eran el sostén de la casa.

Eso fue lo que más me impactó, sobre todo porque esa planta era una de las dos fábricas que existían en el pueblo y por lo tanto en torno a ellas giraba la economía local.

A algunos trabajadores nos dieron la posibilidad de trasladarnos a la capital pero había que soportar por tres años el desarraigo. Yo me vine y me quedé, pero hubo muchos que no aguantaron.

A estas empresas no les importa nada, se van cuando quieren. Por eso temo que cierre acá en Buenos Aires y repita la historia de Salta.

-Hay un dato interesante: fuiste la última mujer en trabajar en las fábricas de Massalín.
-Sí, cuando me retiré era la única, no así cuando llegué a la fábrica acá en Buenos Aires, en 1991, donde éramos unas cuantas.

En Salta había la misma cantidad de mujeres que de hombres, porque había mucho trabajo manual. Acá las nuevas tecnologías fueron sustituyendo esa tarea fina que realizamos las mujeres.

-En una sociedad desigual son las mujeres las que pierden más…
-Sí, actualmente, por ejemplo, no queda ni una mujer trabajando en la fábrica, a pesar de que son muy buenas para la labor en esta industria, y somos además más cumplidoras.

-¿Cómo sentís esa discriminación hacia la mujer?
-Resulta indignante que una empresa como Massalin prescinda de la mano de obra femenina, que no le dé oportunidades a las mujeres.

En mi caso fue fundamental contar con el respaldo de Juan (Martini, secretario general de la Federación), por la formación que me ofreció y que creo haber retribuido, y sobre todo por la oportunidad de formar parte de este Sindicato.

Me siento una sobreviviente.

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 Gerardo Iglesias y Aurora Cuevas| Fotos: Nelson Godoy