De igual manera, vemos como la militarización de la seguridad pública, la creación de nuevos cuerpos de élite y de la policía militar están generando formas de violaciones a los derechos humanos que pensábamos enterradas en el pasado, como por ejemplo la tortura, sobre todo contra jóvenes.
Toda esta situación está creando una cultura del miedo y del silencio en la sociedad hondureña, y la convivencia democrática, así como la defensa de derechos, va a ser cada día más difícil.
El tema de Seguridad Pública ya pasó a ser un tema de Inteligencia Militar.
A partir de ahora tendremos unas Fuerzas Armadas consolidadas, equipadas y con poder económico y político, que sirvan a los intereses del presidente Hernández.
La hipocresía de los golpistas
Hace cinco años el tema de la reelección contribuyó a que se diera un golpe de Estado. Ahora, los sectores golpistas promueven los mismos cambios.
Estamos ante políticos sin ningún escrúpulo, que únicamente piensan en sus intereses personales y que ven en Honduras su negocio particular.
La militarización del país, las estrategias para dividir al partido Libre y el deseo de perpetuarse en el poder están detrás de estos cambios repentinos que rozan el absurdo.
Pero de fondo hay también un fuerte disgusto y hasta un odio por la Honduras que estuvo en contra del golpe de Estado, y esto impide un acercamiento para poder pensar de forma colectiva qué es lo mejor para el país.