La Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (IARC), dependiente de la Organización Mundial de la Salud, concluyó que sobre el glifosato hay suficiente evidencia como para considerarlo cancerígeno en animales y probablemente en humanos. El organismo echa por tierra con las alegaciones de las transnacionales del sector y de muchos gobierno sobre la supuesta inocuidad de ese agrotóxico.
La ciencia comprometida
Entre muchos otros casos similares ocurridos en el mundo, en América Latina el biólogo Andrés Carrasco debió pagar un alto precio personal (carrera cortada, agresiones físicas, pérdida de subvenciones, campañas de desprestigio) por haber afirmado, basándose en experimentaciones y en “evidencia empírica”, que los paquetes tecnológicos asociados a cultivos transgénicos comercializados por las empresas del sector eran altamente perjudiciales para la salud humana.