El glifosato es un herbicida de amplio espectro, en la actualidad el de más alto volumen de producción entre todos los pesticidas.
Se utiliza en más de 750 diferentes productos para la agricultura, silvicultura, uso urbano, y aplicaciones domiciliarias. Su utilización se ha incrementado notablemente con el desarrollo de variedades de cultivos genéticamente modificados para ser resistentes a glifosato (y se lo ha) detectado en el aire durante fumigaciones en el agua, y en los alimentos. Existía evidencia limitada sobre su carcinogenicidad en humanos.
¿Por casa como andamos?
De acuerdo a la Dirección General de Servicios Agrícolas, en 2014 se importaron en Uruguay 20.766.128 kilos de glifosato formulado y 15.820.166 kilos de glifosato activo.
Es decir, más de 36.500.000 kilos. El 60 por ciento de los herbicidas utilizados en el país es glifosato con distintas formulaciones.
La expansión de los monocultivos agrícolas y forestales en la última década ha venido acompañada por el aumento del uso de agrotóxicos.
En la forestación, que ocupa un área cercana al millón de hectáreas, hay un consumo importante de glifosato en todo el proceso de producción: en el vivero, en la preparación del suelo previa a las plantaciones, para el control de malezas luego de plantar y, finalmente, para eliminar los tocones después de que el árbol es cortado.
También el sector lechero y el sector ganadero son potenciales consumidores de glifosato en la medida en que lleven adelante monocultivos en gran escala para pastura o verdeo.
Ausencia de reglamentación contra fumigaciones
Nada se dice -ni se hace- en relación a los miles de toneladas de agrotóxicos que se están aplicando en las cercanías de las poblaciones.
Ni sobre la ausencia de un reglamento que contemple a las viviendas que no están bajo la categoría de “zonas urbanas, suburbanas, centros poblados o escuelas rurales”, que están siendo fumigadas y sus habitantes intoxicados.
En la actualidad, se está exponiendo a cientos de habitantes del medio rural a sustancias altamente tóxicas como las mencionadas en este artículo, a pesar de que nos siguen llegando, contradiciendo la propaganda engañosa de las empresas, los alertas de los científicos sobre sus consecuencias.