Hay un éxodo masivo de personas que huyen de la guerra y la pobreza, y los países de la Unión Europea han sido incapaces de tomar decisiones y coordinar acciones conjuntas, asegurando un justo equilibrio entre el deber moral de brindar hospitalidad y el deber político de garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Creo que una de las posibles soluciones es invertir, donde las condiciones lo permiten, en los países de origen de la migración internacional. Lamentablemente, aún no existe una política común de cooperación con estos países, ni la capacidad de cada nación de explicar a sus ciudadanos la importancia de destinar parte del presupuesto a ese tipo de inversión.