Ha habido una devaluación de casi el 60 por ciento, una remarcación de precios alevosa y sin ningún tipo de justificación a pesar de la caída del dólar y un aumento de las tarifas públicas terrible (gas, luz eléctrica), acompañado de la eliminación de subsidios al transporte de los sectores populares y de una quita de las retenciones al campo y a las mineras.
Todo eso ha provocado una transferencia de ingresos desde los más pobres y los asalariados hacia los más ricos y concentrados, donde se ubican las mayores empresas de nuestro rubro.