El caso de Grecia deja ver que la Unión Europea es una alianza apenas monetaria. No es social, ni siquiera económica.
Todos antes querían formar parte de la UE porque creían que tendrían un respaldo, una forma de reducir las diferencias sociales y económicas, pero en la práctica se ha dado lo contrario.
La solución encontrada por el Parlamento Europeo a la crisis griega ha potenciado a la Europa económica, la del euro y no a la Europa social, que es a la que apostamos los trabajadores, una Europa más igualitaria.