El gobierno de Juan Manuel Santos acepta seguir los lineamientos que le fijan las grandes potencias y organismos internacionales como la OCDE, “un club de países ricos al que Colombia va solo a repartir pinchitos porque no está preparada para otra cosa”.
Lo que pasa es que el gobierno nacional está empeñado en vender el sur-occidente colombiano”, y acepta que Europa y Estados Unidos subsidien a su producción agrícola mientras abre la producción propia.