No hay nada que genere más odio al represor que la falta de miedo
Cuando las amenazas alcanzaron a monseñor Romero, en marzo de 1980, ya muchos de sus más cercanos colaboradores, curas, seminaristas, monjas y hasta la radio YSAX, desde donde transmitía sus mensajes dominicales, habían sido objeto de la violencia de los escuadrones de la muerte.
“Desde ya ofrezco mi sangre por la resurrección de El Salvador. Que mi sangre sea semilla de libertad”, dijo Romero desafiando las amenazas, una frase que se podría comparar con el “Yo no voy a renunciar” de Salvador Allende.
Con Romero en el corazón
El cierre de este ciclo empezó en junio de 2009 con el primer gobierno del FMLN encabezado por el periodista Mauricio Funes. Y nuevas esperanzas crecen con la llegada del segundo, en junio de 2014, encabezado por Salvador Sánchez Cerén, uno de los comandantes insurgentes firmantes de los Acuerdos de Paz.
Hoy el pueblo de El Salvador se regocija con la noticia de la beatificación de San Romero de América.