Sigue siendo cierto que la explotación es todavía el elemento esencial de la dominación capitalista.
¿Acaso se pueden definir de otra manera las historias que las camareras de pisos describen en el libro “Las que limpian los Hoteles” de Ernest Cañada?
¿Se puede definir de otra manera que no sea explotación laboral, la contratación de hombres y mujeres para, pongamos por caso, trabajar y cobrar 2 horas al día, pero que, en realidad, realizan jornadas laborales muy superiores a las ocho horas diarias?
Y ¿cómo definimos las condiciones de trabajo en las que, día a día, se enferma o no se tiene ninguna protección para evitar accidentes?