19
Mayo
2017

El peso de las corporaciones

Daniel Gatti
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Ilustración: Allan McDonald

Las portadas de la prensa brasileña destacan el papel jugado por los dueños de JBS Friboi, los hermanos Joesley y Wesley Batista, en la probable caída del impresentable presidente Michel Temer, pero poco dicen acerca de hasta dónde ha llegado el poder de la megaempresa del sector cárnico y otras de similar presencia tentacular en el aparato del Estado.
Según reveló esta semana el diario O Globo, Joesley Batista filmó y grabó clandestinamente encuentros con Temer en los que éste incitaba al empresario a seguir comprando el silencio de políticos que estaban al tanto de tramas de corrupción en las que aparece implicada la mayor cadena de frigoríficos del planeta.

Hay que seguir haciendo eso”, le dijo por ejemplo el actual presidente a Batista luego que el copropietario de JBS le comunicara que iba a sobornar al ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, que poco después acabaría siendo condenado a 15 años de cárcel por su participación en el megaescándalo de Petrobras.

Otras filmaciones muestran cómo un diputado recomendado por Temer, Rodrigo Rocha, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD), liderado por el propio presidente, recibe una valija que contiene alrededor de 150.000 dólares, con destino a Cunha.

El segundo de los hermanos Batista, Wesley, ya había informado a Temer que estaba pagando a Cunha y al lobista Lucio Funaro para que permanecieran callados y “ayudaran” a JBS  a disimular sus enjuagues.

En una tercera grabación quien resulta escrachado es otro de los dirigentes más encumbrados de la derecha brasileña, Aécio Neves (PSDB), quien fuera derrotado por Dilma Rousseff en las elecciones presidenciales de 2014.

Neves aparece arreglando con los dueños de JBS la entrega de unos 600.000 dólares, que recibió en una cena (filmada por la Policía Federal) el primo del ex candidato, el senador Zezé Perrella. Tanto éste como una hermana de Neves, Andreia, fueron detenidos.

Los empresarios se prestaron a realizar estas grabaciones clandestinas en marzo, tras haber aceptado colaborar con la justicia a cambio de una reducción de las penas de cárcel que podría tocarles.

Es decir, tras haberse convertido en “delatores premiados”, como ya lo habían pactado 77 ejecutivos de la constructora Odebrecht, otra de las megaempresas brasileñas implicadas en estos escándalos de corrupción con proyección política.

El miércoles 17, los hermanos Batista revelaron todos estos detalles en el despacho de uno de los jueces del Superior Tribunal de Justicia, Edson Fachin, uno de los instructores del caso Lava Jato.

En esa ocasión terminaron remachando a Eduardo Cunha.

Joesley Batista dijo haberle hecho llegar al ex presidente de la Cámara de Diputados, cuando ya estaba en prisión, alrededor de 1,6 millones de dólares y señaló que aún le estaría debiendo otros 6,5 millones por favores ya prestados, entre ellos una ley que concede beneficios fiscales a los exportadores de carne de pollo.

También reveló contactos en el Partido de los Trabajadores, en especial el ex ministro de Economía Guido Mantega, para el pago de sobornos por todo lo relacionado con la trama en Petrobras.

Empresas mafiosas
Un parlamento corrupto y los hermanitos en libertad
Más allá de que este nuevo escándalo acabará seguramente con la carrera de dirigentes de los principales partidos brasileños, y tal vez con la del triste Michel Temer, que de una manera u otra (por juicio político, destitución o renuncia) acabará dejando la presidencia, confirma, por si aún era necesario, el peso político alcanzado por empresas más poderosas que el Estado brasileño.

No en vano esas corporaciones -cuya expansión fue favorecida desde el propio Estado a través de leyes, préstamos blandos e incentivos varios- han gozado de total impunidad para sus negocios y para, puertas adentro, explotar sin tapujos a sus decenas de miles de trabajadores y trabajadoras y desarrollar una tan activa como poco controlada política antisindical.

Algunas de las dudas que se plantean analistas brasileños acerca de este nuevo escándalo ratifican la dimensión que han alcanzado los hermanos Batista.

Una de ellas es de Perogrullo: ¿por qué se los ha dejado en libertad, sin siquiera pasar por una breve prisión domiciliaria, cuando ese no ha sido el caso de otros acusados en estas investigaciones por corrupción?

Joesley fue incluso autorizado a viajar a Nueva York, donde tiene una casa, tras haber -se dice- recibido amenazas de muerte.