17
Noviembre
2016
Brasil | Mujer | DDHH

Un gravísimo problema cultural

Rel-UITA
20161117 Jair Krischke 714

Jair Krischke | Foto: Nelson Godoy

A la mujer dijo: En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto,
con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será
para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti
Génesis 3:16

Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Porto Alegre, activista y asesor de la Rel-UITA en esta materia, disertó en la XV Conferencia Regional sobre los múltiples tipos de violencia hacia las mujeres. A continuación lo principal de su intervención.
Sobre los datos de feminicidio en nuestro continente expuestos por la compañera Ivonne Macassi, del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, debo decir que son alarmantes.

Esto me recuerda algo que me pasó hace un par de años en mi ciudad, Porto Alegre. Se había dado un debate sobre si se derribaba un árbol emblemático de una zona para la construcción de un edificio, por lo que el alcalde había convocado a una audiencia pública, a la que concurrieron unas 200 personas.

Una noche de invierno, muy fría yo regresaba caminando a mi casa y me crucé con el alcalde, al que pregunté cómo le había ido en la audiencia por el árbol.

Me contestó que bastante bien, y entonces aproveché la ocasión para decirle que quizá también era importante convocar a una audiencia para debatir qué hacer con los niños que dormían a la intemperie en una noche gélida.

Les cuento esto porque me parece que se está perdiendo muchas veces el foco de la discusión. No tengo nada contra quienes defienden a los árboles y la naturaleza, pero creo que primero tenemos que velar por los seres humanos y en eso vamos fallando como humanidad.

La violencia hacia la mujer se ha hecho tan común que la sociedad la va naturalizando: se cree que por ser común es normal, pero no lo es.

También de la ponencia de Ivonne se desprende que la legislación, en especial la emanada del Derecho Internacional, ha avanzado muchísimo en la tipificación y condena de la violencia hacia la mujer.

Pero está fallando ponerla en práctica: las leyes quedan en el papel y voy a aventurarme a decir por qué esto sucede.

Personalmente creo que se trata de un tema cultural. Como dice la socióloga Luiza Bairros, “no es la violencia la que crea la cultura, es la cultura la que define qué es violencia en mayor o menor grado”.

En América el patriarcado y el machismo son componentes muy fuertes de la cultura.

En Brasil, hasta 2002 ─en términos históricos, anteayer─ la mujer era considerada incapaz. El Código Civil de ese año cambia esta situación.

El peso de la religión
Sométete a tu señor
Otro componente que propicia la violencia y la discriminación hacia la mujer es la religión.

La Biblia dice claramente que las mujeres deben estar “sometidas a sus maridos como al Señor”, y el papa Francisco ha dicho semanas atrás que las mujeres no pueden ejercer el sacerdocio, y por ahí vamos.

En Israel hubo una gran manifestación de mujeres judías hace escasas semanas frente al Muro de los Lamentos, que reivindicaban el mismo espacio en ese sitio para realizar sus oraciones.

Esto en pleno 2016, en pleno siglo XXI.

El Islam, por otra parte, es de las religiones más radicales en violencia hacia las mujeres, desde cubrirlas de pies a cabeza hasta matarlas porque sí. La mujer está siempre sometida a un segundo, tercer o cuarto plano.

En Brasil, en una década el feminicidio aumentó 54 por ciento, algo que va a contramano del proceso civilizatorio, algo inaceptable.

Fueron las mujeres negras las que más sufrieron el feminicidio, datos incomprensibles pero que merecen un estudio mucho más profundo.

Cifras brasileñas
Negras y niñas, las principales víctimas
En total 45.060 mujeres fueron violadas en Brasil el último año, según datos del Décimo Anuario Brasileño de Seguridad Pública.

El 24 por ciento de estas violaciones se concentra en capitales provinciales y el distrito federal.

En mi país una mujer es violada cada 11 minutos y esto si contamos solamente las denuncias registradas por la policía.

Lo más horrendo es que el 70 por ciento de las víctimas son niñas o adolescentes.

Otros datos; más del 40 por ciento se incrementaron las denuncias de violencia hacia la mujer en los últimos diez años; y el número de mujeres privadas de su libertad por su marido o compañero se incrementó en 325 por ciento; 129 por ciento fue el aumento de la violencia sexual; cinco mujeres son apaleadas cada dos minutos.

Yo suelo decir que este fenómeno de la violencia hacia la mujer es un fenómeno socialista, porque no distingue entre clases sociales: ricas y pobres lo sufren por igual.

Naturalización extrema del abuso
Ser violada, un hecho “normal”
Otro fenómeno terrible que concitó la atención mundial fue la violación colectiva de una adolescente por cerca de 30 hombres. La chica no hizo la denuncia, todo salió a la luz porque uno de sus violadores filmó el hecho y lo publicó en redes sociales.

Por ese medio se enteraron las autoridades policiales y fueron a indagar a la muchacha. Cuando la comisaria encargada del caso habla con ella percibe que la muchacha no se daba cuenta que había sido víctima de un abuso, creía que lo que le había sucedido era normal.  

La policía se enteró entonces que esta chica se había embarazado por primera vez a los 12 años y una segunda vez a los 16. Era probablemente víctima de abuso desde tan pequeña que naturalizó la violencia hacia sí misma.

Y lo peor de todo es que esto de las violaciones colectivas se va tornando habitual en Brasil, pero también se da en otros países de la región.

Son innumerables las situaciones aberrantes y absurdas que puedo relatar.

Está el caso poco tratado de las mujeres que viven en la calle, víctimas de abusos y vejaciones de todos y de todo tipo. O aquellas que son usadas para el narcotráfico, un tema complejo y de muy difícil abordaje.

En general estas mujeres se meten en ese mundo por sus vínculos sentimentales con los narcotraficantes, ni siquiera lo hacen por dinero.

La mayoría son detenidas en Sao Paulo, donde hay una cárcel especial para estos casos. En su inmensa mayoría se trata de mujeres de origen africano, que permanecen encarceladas y completamente abandonadas, con dificultades para poder comunicarse por un tema cultural.

Como vemos son varias las aristas de la violencia contra las mujeres, y son casos muy graves de violaciones a los derechos humanos. Necesitamos buscar una salida para todo esto.

Simón Rodríguez, el gran maestro latinoamericano, el educador de Simón Bolívar, manifestaba: “se ha de dar instrucción y oficio a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad, ni hagan del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia”.

Educar a las mujeres: quizá esa sea la solución.