29
Marzo
2017
Guatemala | Mujer | SOCIEDAD

Otro feminicidio impune

Violeta Lacayo
20170329 mujer714-476

Foto: Gerardo Iglesias

Guatemala, un país caracterizado por su pluriculturalidad, su alta taza de población joven, en su mayoría mujeres, con una historia de guerras, dictaduras e impunidad, vuelve a estar nuevamente en las principales portadas debido al calcinamiento de 40 niñas y adolescentes dentro de una institución estatal destinada a la protección de la niñez y adolescencia.
El nombre de la institución, Hogar Seguro Virgen de la Asunción, ubicado en San José Pinula, en la afueras de la capital, parece una absoluta contradicción.

Se trata de una institución del Estado que está bajo la supervisión y control de la Secretaría de Bienestar Social.

Al momento de la tragedia, tenía alojados a 748 menores, cuando tenía una capacidad máxima para 400, conviviendo huérfanos, menores conflictivos, niños y niñas víctimas de violencia, menores con discapacidad y otros que supuestamente habían sido internados por haber cometido algún delito.

Sobrevivían en espacios muy reducidos, nada pedagógicos, lejos de sus familias, en condiciones de vulnerabilidad y agresión.

Lo anterior se confirma con el hecho de que hace un año atrás, la jueza Verónica Galicia había ordenado el cierre de la institución, frente a lo que tuvo por respuesta, de parte del presidente de Guatemala, que “no se podía hacer de la noche a la mañana”.

Existen a la fecha 6.000 niños, niñas y adolescentes institucionalizados, bajo la custodia del Estado, de acuerdo a datos oficiales. Ahora son 5.960, porque 40 han muerto calcinadas…

Las niñas y adolescentes habían intentado fugarse una noche antes del incendio, y habían denunciado reiterados maltratos y abusos de todo tipo.

Tal como lo han manifestado varios medios locales, según los primeros indicios, ellas mismas originaron el fuego para protestar por las violaciones de derechos humanos que sufrían.

No soportaban más los abusos y torturas a los que eran sometidas, en un lugar donde también hay niños y adolescentes, pero sabemos además que las mujeres de cualquier edad son siempre las más vulnerables y las que menos valen a la hora de contar victimas…

Desde hace varios años este mismo lugar es objeto de denuncias por agresiones sexuales, físicas y maltratos, hechos que se hicieron públicos en varias ocasiones, sin recibir respuesta.

El Hogar Seguro seguía funcionando con normalidad.

Ni olvido ni perdón
Murieron por ser pobres, mujeres, indígenas
El mayor “delito” de estas niñas y adolescentes fue, en primera instancia haberse cansado y haber denunciado los abusos; otro fue el ser pobres, probablemente en su mayoría de origen indígena; no ser blancas, no hablar ni pronunciar bien el español, ser vulnerables, ser niñas y adolescentes, ser mujeres.

Al momento del incendio todas ellas estaban encerradas, bajo llave, presas, lo cual obviamente les impidió poder salvar su vida…

La impunidad será el recuerdo frente a estas vidas que el estado dejó perder sin hacer nada.

Debemos reclamar que estos “espacios institucionales” sean revisados rigurosamente; y sobre todo demandar que aquellos niños, niñas y adolescentes que por su condición de vulnerabilidad puedan estar en lugares de protección real y efectiva, en donde sean tratados como seres humanos.

Hace muchos años atrás, también en marzo, muchas trabajadoras murieron calcinadas dentro de una fábrica denunciando abusos y maltratos, reclamando por su dignidad y por su vida.

Ahora, el 8 de marzo del 2017 murieron 40 niñas y adolescentes calcinadas, en un incendio, también encerradas y denunciando maltratos y abusos.

¿Será que la historia está superando a la humanidad y la estamos olvidando? ¿O será que la lucha por los derechos de las niñas, adolescentes, mujeres todas, debe de ser más grande aún?