15
Diciembre
2014
España | Sindicatos | POLÍTICA

“Los sindicatos debemos ser una amenaza para las elites”

Si no lo somos, se reirán de nosotros

En Montevideo, Gerardo Iglesias
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Foto: Gerardo Iglesias
La crisis económica, la ofensiva del gobierno de Mariano Rajoy contra los restos del Estado de bienestar y la pérdida de referencias de parte de los partidos tradicionales de la izquierda han contribuido a que el sindicalismo español esté viviendo uno de sus peores momentos, dice Bonmati en esta entrevista con La Rel.

-¿Cómo evalúas este panorama tan complicado para el movimiento sindical en España?
-El problema central que tiene el movimiento socialista, y desde una concepción muy general los sindicatos y los partidos de izquierda, es que no se termina de entender y analizar siquiera una aproximación cierta a lo que verdaderamente está pasando.

Si hablamos de la crisis, la respuesta de la derecha está clarísima y se da a través de los recortes presupuestarios, de las reformas radicales, la reducción del déficit y por ahí se queda, pero desde la izquierda la respuesta es cómo se pueden paliar los problemas que tienen los trabajadores, vinculados al desempleo, a los problemas de igualdad, pero no los ubica desde el enfoque correcto.

-¿Y qué es lo correcto?
-Lo que está pasando es que se están redefiniendo las estructuras del sistema capitalista, pero eso no lo estamos viendo sólo en la internacionalización del capital.

Lo vemos en los sistemas de producción, que son cada vez más globales y transnacionales. Si bien lo nacional es importante y hay que dar batalla por defenderlo, nos estamos enfrentando a desafíos a nivel planetario.

La historia del movimiento obrero, su adaptación permanente a las estructuras del capital es lo mismo que está ocurriendo ahora, y ahí es donde falla un poco todo.

Una guerra ideológica que se está perdiendo
Cambiar la cabeza

El neoliberalismo viene venciendo la batalla. La izquierda ha sido intoxicada de conceptos, preceptos y palabras del neoliberalismo y hemos entrado en esto medio sin darnos cuenta. Aceptar ese tipo de valores culturales implica quebrantar otros valores.

-A esa contaminación el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, principal animador de la UGT) no ha sido ajeno...
-El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tuvo sus aciertos, sobre todo en su primera etapa y parte de la segunda en todo lo que refiere a derechos cívicos, de la ciudadanía en general.

Lo que no se debe olvidar es que ese gobierno tuvo que enfrentar muchas dificultades cuando quiso meterle mano a alternativas económicas que pudieran permitir avanzar en lo que es el fundamento de una confrontación derecha-izquierda.

-¿Y al final qué pasó?
-Fue un gobierno condicionado por presiones, chantajes, amenazas de todo tipo. En vez de ir a la sociedad a explicarle todo esto el gobierno tomó decisiones desde el parlamento. Conclusión: el electorado quedó por fuera.

La irrupción de Podemos
Síntoma de la crisis de la izquierda

-¿Cuál es tu opinión sobre Podemos?
-Personalmente discrepo con algunos de sus conceptos. El líder de Podemos, Pablo Iglesias Turrión, ha dicho que en España el problema que tenemos actualmente no es un problema de capital/trabajo y sí un tema de democracia.

Sin dudas que hay un deterioro de la democracia, pero que quizá es consecuencia del gran problema de fondo, que es el que existe entre el capital y el trabajo.

Pero no puedo demonizar a Podemos, porque si bien es un frente que abarca a varios sectores, mayoritariamente está conformado por gente de izquierda, frustrada con la clase política y en cómo se vienen llevando las cosas por parte de la izquierda últimamente.

-¿Crees que el PSOE e Izquierda Unida han entendido el mensaje de la necesidad de un cambio ante el fenómeno de Podemos?
-Pues es un espacio tan nuevo que tiene divididas las opiniones. Desde el PSOE hay quienes afirman que las ideas y propuestas que plantean no son representativas de la izquierda y otros que plantean que hay que tratarlo con el debido respeto.

En cualquier caso son gente a respetar y a entender, sin demonizarla.

-¿Crees que también hay una suerte de frustración o decepción de una parte de la sociedad con relación al sindicalismo?
-Los sindicatos son gestores de problemas, y cuando se tiene necesidad de gestionar esos problemas a través de una institucionalidad se puede llegar a entrar en la misma bolsa de los que critican a las instituciones como parte del problema.

Pero ese mismo que critica a los sindicatos, cuando tiene que enfrentar algún problema en su trabajo recurre a la organización sindical, con lo que la crítica se convierte en autocrítica.
 

Promover una política diferente
Amenazar el poder de las élites

En un seminario en el que participé acá en Montevideo hice una pregunta en voz alta a los compañeros del sindicalismo latinoamericano y de los partidos socialista y social demócrata: para las elites dominantes, ¿somos los sindicatos una amenaza real? Y sobre todo: los partidos de la izquierda tradicional -que tanto hizo para que los derechos de los trabajadores sean respetados-, ¿hoy en día son una amenaza para las elites poderosas?

Actualmente la respuesta es no, y si no somos una amenaza real tenemos que ver cómo nos transformamos en una amenaza real.

Yo creo que hay solo una forma de hacerlo: a través de una política económica diferente, de una propuesta diferente. Si no lo hacemos se reirán de nosotros.

-Desde acá lo que podemos notar es el desmantelamiento del Estado de bienestar social europeo. Pareciera que a los gobiernos lo único que les interesa es el bienestar de las grandes transnacionales y la salud del sector financiero. ¿Estás de acuerdo?
-Absolutamente, pero además habría que agregar que los gobiernos de Europa, en este momento en su mayoría gobiernos conservadores, están ejerciendo de representantes magníficos de los intereses de las compañías transnacionales y de un nuevo reordenamiento del sistema capitalista.

La sociedad del Estado de bienestar europeo es algo que estorba.

El capitalismo tradicional era el de las fábricas, que elaboraba productos y que iba a discutir en la negociación colectiva las condiciones de trabajo porque necesitaba a los trabajadores para producir y sacar adelante la empresa.

Actualmente, un capitalista puede ganar mucho dinero en el mercado especulativo.

Hay algo en Europa que es un escándalo y que denota mucho el concepto de este nuevo capitalismo. Frente a las grandes inversiones de fondos públicos que han hecho los gobiernos europeos para estabilizar el sector financiero se les ha entregado 180.000 millones de euros a los bancos, y se ha creado un fondo especial para que instituciones bancarias recurran en caso de necesitar sanear sus condiciones financieras y para que tengan solvencia suficiente para otorgar préstamos a la pequeña y mediana empresa.

La izquierda europea, los sindicatos, la Confederación de Sindicatos de Europa hemos venido demandando que ese fondo especial no conceda crédito directamente a los bancos sino que se los dé a los gobiernos. El BCE se ha negado a ello, como buen guardián de los intereses de este nuevo capitalismo.

Criminalización de la protesta
Más de 200 sindicalistas encausados por protestar

-Una de las cosas que no se ha desmantelado en España es el aparato represor. La situación de más de 200 activistas sindicales que están enfrentando causas judiciales en este momento es muy preocupante…
-Esto es algo que no sucede solo en España: se viene extendiendo a Grecia, a Portugal y está empezando a ocurrir en Italia.

En general se viene dando en los países cuyo movimiento sindical suele ser el más combativo ante este tipo de políticas de ajuste de los gobiernos.

En España la Fiscalía General del Estado depende del Ministerio de Justicia, y por lo tanto cuenta con una orientación de criterios del propio gobierno.

Después de la última gran huelga contra las medidas de ajuste, este organismo decidió, siguiendo los criterios del ministerio, llevar hasta las últimas consecuencias la aplicación de un artículo del Código Penal que dice que allí donde se produzcan altercados que afecten la propiedad se podrá encausar judicialmente.

Pero la cuestión de fondo es que ese artículo nunca fue aplicado porque en España los jueces siempre han interpretado que una huelga es un conflicto de intereses y que por ende genera tensiones y que generalmente a lo largo de la historia reciente no han incurrido en eventos de violencia.

Así las cosas en este momento, Comisiones Obreras y UGT tienen en torno a 200 dirigentes encausados judicialmente, con pedidos de penas de entre 3 y 8 años por haber ejercido su derecho a huelga.

La cuestión es que se le ha preguntado a la Fiscalía española: ¿ha habido muertos provocados por la violencia? No. ¿Se ha incendiado alguna fábrica? No. ¿Se ha destruido maquinaria de las fábricas? No.

Entonces, si las respuestas a todas esas preguntas son negativas significa que están considerando violencia el hecho de informar a los trabajadores.

Se trata en definitiva de una contraofensiva al movimiento obrero organizado como es el de Europa y el de España en particular, un movimiento fuerte y bien articulado que ha sabido enfrentar con entereza la embestida de las medidas de recorte del gobierno.

En esta nueva redefinición del capitalismo internacional, el sindicalismo está en el ojo de la tormenta, porque solo los sindicatos son capaces de contestar este nuevo sistema que quiere reducir el Estado de bienestar europeo a costa de los trabajadores.

Hay un objetivo primario en esta estrategia de judicialización de la protesta sindical y es amedrentar a los trabajadores en el contexto de la crisis y esperar para ver si esta campaña contra los dirigentes y los sindicatos tiene el efecto de debilitar las protestas que pudieren surgir en el futuro.

bonmati3 714x400Foto: Gerardo Iglesias

 

 Publicado por Darío Falero