13
Septiembre
2016

El avance de la derecha y el ataque al estado de bienestar social

Nuevas vallas, nuevos muros y más precarización laboral

En Ginebra, Gerardo Iglesias
20160913 Harald Wiedenhofer 714

Harald Wiedenhofer | Foto: Gerardo Iglesias    

En su informe ante el Comité reunido en Ginebra, el 7 y 8 últimos, Harald Wiedenhofer, secretario general de nuestra regional europea EFFAT  (Federación Europea de la Agricultura, la Alimentación y el Turismo) hizo referencia a algunos de los mayores desafíos que enfrenta el movimiento sindical en esa región del mundo. La Rel transcribe lo esencial de su intervención.
La experiencia de la globalización que hemos experimentado en los últimos años, especialmente en 2015, es totalmente nueva, desde que millones de refugiados han llegado a Europa occidental.

Tan solo Alemania recibió más de un millón de refugiados, pero para una región de más de 510 millones de habitantes esto no debería representar de gran envergadura.

Se debería poder recibir a los refugiados e integrarlos, siempre y cuando se tenga en cuenta que se trata de un proceso de largo plazo, a 10, 15, 20 o incluso más años, y que no puede ser resuelto de la noche a la mañana.

Ese proceso necesita de la colaboración de todos, pero la respuesta de la mayoría de los estados europeos a la llegada de refugiados, especialmente de la zona de conflicto de Siria, fue muy distinta.

Aunque todos ellos son conscientes de sus responsabilidades ante los refugiados, muchos han construido nuevas vallas y nuevos muros y han cerrado sus fronteras.

Integrar a los refugiados
Un desafío político
El problema es el siguiente: cuando se desea integrar a un refugiado, éste tiene que aprender el idioma y conseguir un trabajo. Por lo tanto, el proceso de integración requiere apoyo de la sociedad.

La apuesta a la integración supone un enorme reto político, porque los partidos de extrema derecha, populistas, nacionalistas y racistas, aprovechan la crisis de los refugiados para crear un ambiente xenófobo en estos países y aumentar la resistencia a los refugiados.

Desafortunadamente están teniendo éxito. La historia nos ha enseñado que los nacionalismos no son sólo un veneno para la integración de los inmigrantes sino también para el movimiento sindical.

La extrema derecha en auge y el voto obrero
De mal en peor
Una de las razones por las cuales los movimientos racistas y populistas tienen tanto éxito es que muchos de nuestros compañeros del movimiento sindical tienen miedo a una cultura diferente.

En Europa se está dando un debate absurdo sobre si permitir llevar o no el velo islámico. Se tiene miedo a un descenso social, en virtud del alto nivel de desempleo, y por lo tanto mucha gente no está dispuesta a compartir con los refugiados y rechaza su cultura.

Muchos de nuestros miembros votan por partidos de extrema derecha, no porque sean racistas sino porque tienen miedo, y es algo que hay que tener muy en cuenta.

Este miedo social es también producto de las políticas de austeridad llevadas a cabo por los gobiernos nacionales.

Terminar con esas políticas y generar inversiones en los rubros sociales es fundamental no sólo para recuperar el nivel de empleo y reducir la pobreza sino también para superar la xenofobia.

Familias que se sienten seguras a nivel social tienen menos temores y son más abiertas para integrar a los refugiados. La lucha de los sindicatos europeos en favor de otorgar prioridad a las inversiones sociales es una lucha a favor de la integración.

EFFAT lo tiene muy sabido. Los sectores de la alimentación, la agricultura y el turismo son sectores en los que trabajarán muchos refugiados.

Muchas de nuestras organizaciones han elaborado proyectos de integración de refugiados.

Uno de los mejores ejemplos es el de los compañeros suecos de HRF (hoteleros y gastronómicos), que busca sumar rápidamente a los refugiados al sector de la restauración.

Las otras prioridades de la EFFAT
Precariedad, diálogo social y sindicalización
Se ha distribuido aquí un documento en el que se hace mención a lo que estamos realizando a nivel europeo. Lleva el título de “Prioridades”.

Trataré a continuación de sintetizar los principales retos de nuestro trabajo sindical. Son tres, además del de la integración de los refugiados.

Una es combatir el trabajo precario, una lucha que iniciamos en 2009.  

Se trata de reivindicar igual remuneración para igual tipo de trabajo.

Trabajadores rumanos que laboran en Alemania en los sectores de la alimentación y la agricultura siguen cobrando sueldos rumanos, algo inaceptable.

En los últimos meses hubo un paso en la buena dirección en el continente. La Comisión Europea y muchos gobiernos nacionales han adoptado nuestro lema de “igual remuneración por igual trabajo”.

Pero, claro, existe una gran resistencia de parte de los empleadores.

La segunda prioridad es el diálogo social, en concreto la realización de negociaciones colectivas entre sindicatos y empleadores.

En muchos países de Europa no se dan esas negociaciones. No sólo en los del centro y del este del continente: también en las naciones occidentales es cada vez más común que los empleadores se retiren de las negociaciones colectivas.

El aumento del nivel de sindicalización es la otra gran prioridad, incluso previa a las otras dos. Ello supone como primer paso fortalecer a los sindicatos existentes a nivel nacional.

Es una prioridad que mencionamos en cada reunión del Comité Ejecutivo, y existen numerosos ejemplos de buenas prácticas en esta materia.

Las trampas de la “economía colaborativa”
Un nuevo tipo de trabajador
Para terminar quisiera referirme a lo que dijeron Norberto, Pilar y Xavi sobre Airbnb y la economía compartida. Es un tema que nos preocupa enormemente aquí en Europa.

Airbnb en sus eslóganes dice que va a democratizar la economía y que trabaja por un mundo mejor.

La empresa apareció en internet en 2008, y dos años después ya contaba con 90.000 clientes. Hoy es utilizada por más de 60 millones de turistas en el mundo y ofrece más de 2 millones de alojamientos en 191 países.

En agosto de 2015, inició una actividad común con inversores chinos por 1.500 millones de dólares y se está convirtiendo cada vez más en una empresa inmobiliaria.

Esta plataforma es un negocio muy rentable, que emplea a muy poca gente y no paga impuestos ni la seguridad social de sus trabajadores.

En España, más del 50 por ciento de los alojamientos que se ofrecen a los turistas provienen de Airbnb, no de los hoteles tradicionales, pero éstos deben cumplir unas 300 disposiciones y Airbnb ni 20, lo que constituye una competencia desleal.

Uber es otro ejemplo de empresa que destruye empleo en un sector y al mismo tiempo figura en la lista de corporaciones más ricas del mundo.

Estas plataformas que funcionan a través de Internet (hay también muchísimas en el sector de la alimentación) no ofrecen ningún tipo de beneficio social a sus trabajadores y no hay en ellas convenios colectivos.

Por otro lado, están creando nuevas categorías de trabajadores y representan un nuevo desafío para el movimiento sindical. No vamos a poder pararlas, pero sí se las debe regular.

Necesitamos nuevas reglas para ese sector, así como para el de los autónomos, siempre con el objetivo de proteger a los trabajadores y combatir la precariedad laboral.